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La educación al servicio de la evangelización.

 



Por: Lic. Sergio D´Onofrio


Introducción


Es común dentro del modelo educativo actual, la manifestación evidente respecto de la separación entre lo religioso y lo laical dentro de la escuela pública. Es evidente, además, la enorme dificultad que el docente enfrenta al momento de exponer la fe y contribuir con ella a la conversión o al menos acercar lo más posible al estudiante hacia la fe verdadera de Cristo. Nos referimos obviamente al docente cristiano católico, el cual posee conciencia de la misión trascendental que el mismo posee como guía y educador de los estudiantes.

Teniendo en cuenta las dificultades e incluso persecución por parte del sistema educativo y especialmente de parte de personas concretas, las cuales son enemigas de Cristo y por lo tanto, sabotearán a todo aquel que intente generar o despertar la conciencia de la luz de Cristo en el alma y la conciencia del alumnado. En base a esto podemos preguntarnos ¿Puede el docente evangelizar desde su cátedra en la actualidad? Indagaremos ahora en la búsqueda de la comprobación de la hipótesis planteada a continuación, esta es, en definitiva:

Muchos alumnos llegan a percibir las verdades eternas de Dios por intermedio del ejemplo personal del docente.   

Los objetivos que perseguimos dentro de la presente monografía son:


  • · Indagar respecto de las estrategias pedagógicas del docente por medio de las cuales evangelizar indirectamente al alumno

  • · Revalorizar la labor educativa como medio para que el alumno se perfeccione

  • · Reconocer en la acción educadora, la respuesta al mandato divino de nuestro Señor Jesucristo de haced nuevos discípulos para El

  •    Comenzaremos ahora a desarrollar el contenido de la monografía a fin de corroborar o refutar la hipótesis planteada. Como así también indagaremos en la necesidad de una educación integral


Desarrollo


Antes de sumergirnos en profundidad dentro de la investigación, es menester establecer las definiciones pertinentes, a fin de poder comprender en profundidad la problemática de la acción educadora del docente dentro del aula. En primera instancia corresponde cuestionarnos ¿Qué se entiende por educación? Para ello, nos centraremos en la definición aportada por Santo Tomás de Aquino dado que la consideramos como la mas apropiada y acertada, dado que expresa una compleja comprensión del significado de la misión de educar.

Para el santo italiano la definición de educación es entendida como “Conducción y promoción de la prole al estado perfecto del hombre, que es el estado de virtud”[1] Esto nos indica que la educación, es un camino mediante el cual el ser humano va perfeccionándose paulatinamente, por medio de los actos operativos buenos que lo harán alcanzar ese anhelado estado de virtud, el cual no es otro que la santidad.  

Ahora bien, es imperioso llevar estos significados universales a la practica mediante el estudio histórico dentro de la educación argentina, a fin de llegar hasta nuestros días. Como es sabido en Argentina la educación, históricamente estuvo a cargo de las principales congregaciones mendicantes tales como los Franciscanos, Salesianos, Dominicos, Jesuitas etc. Los mismos respondían a la necesidad de evangelizar a los indígenas, como así también la instrucción académica de los criollos dentro de las universidades tales como la Universidad de Córdoba en el año 1613. Dentro de la misma se enseñaba cátedras tales como latín, Artes y Teología.

Después de 1622, se empezaron a entregar certificados, pero no se la consideró una Universidad oficialmente acreditada hasta después de 1664, cuando fue aprobada por la Iglesia y el gobierno. La universidad permaneció en manos de los jesuitas y todos sus profesores y personal administrativo eran religiosos. En 1767, luego de la expulsión de los jesuitas, la dirección de la universidad se transfirió a los franciscanos, contando con el patronato de la corona española representado por el l virrey del Río de la Plata, quien nombraba al rector y demás autoridades. Su enseñanza era fundamentalmente escolástica y en 1791 se agregó la Facultad de Derecho, En 1792 comenzaron a incorporarse profesores laicos que colaboraban con los religiosos en la enseñanza de Derecho Civil y Canónico.

Posteriormente con las primeras reformas educativas de Rivadavia se crea la Universidad de Buenos Aires 1821, bajo la mirada laicista cuyo germen se encuentra en la diabólica directriz de la masonería de rito esconces a la cual pertenecía el mismo Rivadavia, Sarmiento, Mitre y Julio A. Roca siendo este el consumador de las ideas educativas de sus antecesores Sarmiento (normalismo) y Mitre (nacionalismo).

Mediante la sanción de la ley 1420 en el Primer Congreso Pedagógico, se alza la laicidad, en detrimento del derecho de la enseñanza religiosa dentro de las escuelas, bajo el argumento falaz de que los nuevos inmigrantes llegados al país no practicaban la religión católica, siendo que provenían de países tradicionalmente católicos tales como España, Italia, Ucrania, Portugal, Polonia etc.

Será este el puntapié que marque el inicio de una progresiva laicización del sistema educativo, fundamentalmente en los primeros niveles, no obstante, esto empeorará en la década de los 80 donde los miembros que militaron en agrupaciones terroristas como Montoneros, el ERP y otros ganarán terreno en las universidades para esparcir su ideología marxista y atea.

Este brevísimo recorrido histórico nos lleva hasta nuestros días y nos permite comprender como se ha desvirtuado la visión educadora del docente y ha desvinculado la evangelización de la educación dentro del ámbito académico. Estamos entonces en presencia de alumnos que desconocen su fin último, que carecen de la capacidad crítico-reflexiva, filosóficas, fundamentalmente el desconocimiento total del valor de su alma inmortal y su relación de creaturas de Dios.

Entramos en consecuencia indagar respecto de la pregunta planteada al inicio del presente escrito, ¿Puede el docente evangelizar desde su cátedra en la actualidad? Para ello, nos ampararemos en los postulados de tres grandes autores, en primera instancia, recurriremos al pensamiento del Santo de Hipona.

San Agustín nos plantea en su obra De Magistro la presencia de la verdad en el interior del hombre, por lo tanto, el alumno puede reconocer mediante la guía del maestro las verdades universales, será entonces menester que el docente pueda valerse de las ciencias para construir este juicio crítico en el educando para llevarlo progresivamente al conocimiento de su realidad de creatura, pero dotada de un alma inmortal.

“En De Ordine, San Agustín evalúa desde el punto de vista cristiano las disciplinas paganas para la enseñanza. Lo que en síntesis dice a propósito equivale en lo sustancial a una justificación y defensas de esas. Las disciplinas que examina son: la gramática, es decir, el estudio de la lengua; la dialéctica, en la cual la misma razón nos da a conocer lo que es ella misma, lo que quiere, lo que puede hacer; la retórica, que sirve para conmover a los hombres con objetos de persuadirlos de la verdad y el bien; la música como el arte de la armonía; la aritmética, la geometría y la astronomía y luego culminará en el estudio de problemas teológicos y filosóficos.”[2]

El mismo santo de Hipona nos exhorta realizar catequesis valiéndonos de las ciencias profanas, en nuestros días podemos elaborar ciertas estrategias que nos servirán para introducir a nuestros estudiantes en las verdades universales:

Teniendo en cuenta que los estudios filosóficos, teológicos de los grandes santos como San Agustín, Santo Tomás, como así también los documentos del Magisterio de la Iglesia, por citar algunas en particular Rerum Novarum (León XIII), Divini Illius Magistri (Pio XI) Gravissimus Educationis (Pablo VI) poseen una complejidad y profundidad sumamente completa, basta simplemente con adaptar el contenido de los materiales bibliográficas, borrar datos específicos como los términos evidentemente católicos tales como “Dios”, “San”, Santo”, “Virgen María” etc. Es desde la simplicidad donde mejor puede esparcirse la semina verbi a fin de que la misma germine dentro del estudiante.

“¡Cuántos ignorantes son purísimos y heroicos cristianos y cuántos sabios, por el contrario, carecen de fe! Verdad es que la doctrina cristiana que se enseña a los ignorantes debe simplificarse al máximo para que la puedan comprender, ¿acaso por ello que el catequizar de ese modo es una tarea inferior o casi humillante para quien debe efectuarla?”[3]

Esto nos conduce directamente a lo postulado por San Juan Crisóstomo donde nos exhorta a la evangelización de los hijos por parte de los progenitores. Esto aplicado a la educación dentro del aula puede adaptarse sin problema de manera informal, Para San Juan Crisóstomo, la educación en los valores cristianos desempeña un papel fundamental dentro de la educación, convirtiéndose en el método más eficaz para erradicar el vicio y las pasiones desordenadas para crear hombres y mujeres fieles a su vocación cristiana, ajenos a las seducciones de este mundo y capaces de cultivar la virtud. Esto explica el énfasis que pone el santo en la importancia que tiene los padres en la formación cristiana de la prole.[4]

Si pensamos en el docente como la figura de un pater familiae quien posee autoridad moral frente al alumno, entonces el mismo debe trabajar constantemente en el afianzamiento del vínculo moral con el alumno, de manera que pueda conversar prudentemente respecto de las conductas morales del cristiano, tal como lo menciona el santo planteado

“Ya os he dicho que de ahí viene que el vicio sea difícil de extirpar, porque nadie les habla acerca de la virginidad, nadie les dice una palabra acerca de la castidad, nadie sobre el desprecio de las riquezas y de la gloria, nadie les recuerda las promesas que tenemos en la Escritura”[5]

Por último, retomamos los planteamientos de Santo Tomás de Aquino, respecto ahora del papel del maestro como aquel guía que dirige al discípulo, lo instruye, lo moldea a fin de que el discípulo aprehenda la ciencia impartida por su maestro. 


Conclusión


Hemos realizado en el presente escrito un análisis filosófico respeto de la importancia de la figura del docente no solo en su labor como formador, sino también de la capacidad y misión catequística del mismo.

Realizamos brevísimo pero necesario recorrido histórico por la historia de la educación argentina, con la finalidad de orientar al lector y ubicarlo en el contexto actual del decadente sistema educativo argentino. En base a esto pudimos establecer las problemáticas estructurales que provocan la persecución ideológico-religioso del sistema educativo sobre el docente católico.

Planteamos una pregunta central para la presente monografía, la misma se afirma e incluso de agrega una necesidad del docente actual. Este no solo puede evangelizar desde su catedra en la actualidad, sino que también “debe evangelizar”, ahora bien, debe hacerlo recordando las palabras de Cristo “Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas.” (Mat 10:16) es decir, utilizar estrategias para brindar material católico ideal para la formación de sus alumnos, y fundamentalmente evangelizar con el ejemplo.


 Por último podemos aseverar la confirmación de nuestra hipótesis inicial dado que, como menciona San Agustín, los individuos poseen dentro de si la verdad de Cristo y necesitan por lo tanto al maestro que lo conduzca y saque a la luz dicha verdad que es Cristo 


Bibliografía


CORSELLAS Maximiliano. Modulo III. Formar al Hombre Nuevo y Espiritual, al miembro del Reino de Dios. La Plata. Buenos Aires. Argentina. Año 2024

Santo tomás de aquino, In IV Sent. D.26, q. 1, a. 1 inc c.  

Las Primeras Universidades Argentinas. Cronología Histórica Argentina. (1492-1930) Recuperado el martes 21 de mayo de 2024 desde https://elarcondelahistoria.com/primeras-universidades-argentinas/

SAN AGUSTIN, De catechizandis rudibus X, 15

JUAN CRISOSTOMO, De inani gloria


[1]Santo tomás de aquino, In IV Sent. D.26, q. 1, a. 1 inc c.  


[2]CORSELLAS Maximiliano. Modulo III. Formar al Hombre Nuevo y Espiritual, al miembro del Reino de Dios. La Plata. Buenos Aires. Argentina. Año 2024 p 41


[3] SAN AGUSTIN, De catechizandis rudibus X, 15


[4]CORSELLAS Maximiliano. Modulo III. Formar al Hombre Nuevo y Espiritual, al miembro del Reino de Dios. La Plata. Buenos Aires. Argentina. Año 2024. p 25


[5] Cfr. JUAN CRISOSTOMO, De inani gloria. p 17

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