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León Kruk, un Obispo que revolucionó una Diócesis: Análisis de la revista Comunidad Edición Especial por los 25 años de la Diócesis de San Rafael en 1987

 




Por: Lic. Sergio D´Onofrio

 

Introducción

 

En el presente escrito nos tomaremos el trabajo de analizar el contenido aportado por la Revista Comunidad, edición especial por los 25 años de la creación de la Diócesis de San Rafael. Esta edición consta de un total de 25 páginas, algo poco usual de acuerdo a la cantidad que se expresa en semanario del resto del año.

Rescataremos en este escrito, los datos más relevantes narrados en la semanaria comunidad, daremos un paseo por la historia de la sociedad religiosa de San Rafael, conoceremos detalles interesantes de la vida del entonces naciente Seminario y la Congregación del IVE.

Analizaremos las diferentes situaciones históricas vividas por Mons. León Kruk desde el punto de vista heurístico, en base a las fuentes documentadas y las contrastaremos con otros documentos primarios.

Esperamos que el siguiente escrito contribuya al mayor conocimiento histórico de la figura de Monseñor León Kruk y la realidad social y religiosa vivida en San Rafael durante la época de 1987.  


Desarrollo


La edición especial de la Revista Comunidad se dio el año 1987 en ella se realiza un pantallazo por los sucesos más importantes acontecidos dentro de la Diócesis de San Rafael.

Como nota editorial se comienza en la pág. 4 con la exhortación de Mons. León Kruk hacia todo el clero y los fieles a leer y estudiar profundamente todos los documentos que componen al Concilio Vaticano II para no generar equívocos en la interpretación del mismo. Recordemos la división de posturas producidas respecto de este Concilio.

Como producto de la celebración de los 25 años de la Diócesis de San Rafael y los 20 años del Vaticano II, Monseñor declara:

“Una buena celebración de los 25 años de nuestra Diócesis será tomar muy enserio todo lo que nos dice el último Sínodo Eucarístico referente al Concilio Vaticano II para impulsarlo efectivamente” (KRUK L. 1987. p 4) 

Para muchos las palabras de Mons. Kruk respecto a la defensa del Concilio, pueden ser interpretadas como “ilusas”, o incluso “progresistas”, pero en la realidad están distan mucho respecto del progresismo y el Lefebvrismo. León Kruk se caracterizó siempre por una marcada postura tradicional y una profunda y evidente unión hacia el papado. No es que León Kruk haya “pasado por alto” o desconocido las aberraciones litúrgicas cometidas por obispos y sacerdotes en otras Diócesis o países; sino que es justamente esto lo que lo motiva a realizar tales declaraciones.

“No cometeremos el despropósito de afirmar que a 20 años del Concilio aquí no se aplicó el mismo, ni que todo fue bueno, ni que todo ha sido malo, especial o a un estudio serio de la doctrina conciliar. Deben ser ellos los que preparen a la Iglesia del mañana, conforme a una doctrina sana y a la recta interpretación. No se puede colocar la esencia y la eficacia en algo puramente accidental. Para ello se requiere de suficiente “agilidad” y mucha honestidad para reconocer lo bueno y comprender y desechar lo que no esté conforme a la letra y al espíritu conciliar” (KRUK L. 1987. p 4) 

Las diversas interpretaciones del Concilio repercutieron incluso hasta en la actualidad, directamente en la liturgia y la vida eclesiástica. Los progresistas han licuado la fe católica y otros lo llevaron a extremos eminentemente heréticos como lo fue el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Estos últimos no solo licuaron la doctrina católica con el socialismo a través de la denominada “Teología de la Liberación”, sino que además, muchos sacerdotes pertenecientes a esta facción formaron parte de agrupaciones terroristas como lo fueron Montoneros (nacidos en las filas de la Acción Católica Argentina) el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y muchos otros.

Del otro lado del tablero tenemos a Mons. Marcel Lefebvre y sus seguidores, quienes bajo su celo por la tradición constituyeron una fuerza cismática renegando de la autoridad papal. Es por ello que Lefebvre cae en excomunión, no obstante en el año 2011 el Papa Benedicto XVI lo reintegra al seno de la Iglesia, pero con la condición de aceptar todos los documentos del CV II. Será frente a este abismo, a esta brecha que Kruk se posicionará en el justo medio, acatando la autoridad del Sumo Pontífice como cabeza de la Iglesia y desechando las interpretaciones erróneas del progresismo. Esta será la línea que marcará su gobierno episcopal, poniendo la lupa en el respeto de la tradición de la Iglesia y su Magisterio.

Cuando Kruk habla de una necesidad de estudio continuo, es porque logra observar los abusos y arbitrariedades acontecidos. Es por eso que se mantiene abierto a los cambios, mas no lo está en aras de la “renovación litúrgica” promulgado por el progresismo marxista y por consiguiente tampoco aceptará la teología de la liberación. Esto lo deja muy claro en el memorándum enviado a San Juan Pablo II en 1986, cuando al momento de enumerar las causas de la persecución sufrida por parte del episcopado, nombra su aberración hacia dicha teología:

“Porque tenemos nuestras prevenciones y no aceptamos la "teología de la liberación", y porque en Roma (en varias Universidades Pontificias y en el Centro Académico de la Sta. Croce) hay 4 sacerdotes preparándose para profesores y otros 4 ya obtuvieron su Licenciatura "Summa cum laude" y actualmente ejercen la docencia en el Seminario. Porque en la liturgia observamos, lo más fielmente posible, todo lo prescrito; a menudo, en el Seminario celebramos en latín y cultivamos el canto gregoriano, sin omitir, excluir ni despreciar el idioma y los cantos populares” (KRUK L. Memorándum a S.S Juan Pablo II. 1982. p 3)

  Si seguimos indagando en el desarrollo del contenido de la revista comunidad de 1987, observamos el despliegue de la destreza teológica de Monseñor Kruk al momento de exponer los argumentos frente al planteo expuesto por el modernismo eclesiástico, uno de ellos será la conceptualización del término “renovación” dado que para el progresismo dicho término consiste en un cambio continuo y permanente de las bases estructurantes de la fe. En contrapartida que la renovación es un cambio profundo pero para que el mismo sea tal, no sebe concentrarse en meras exterioridades y mucho menos superficiales, sino por el contrario, el cambio debe darse en lo más profundo de la vida del cristiano sin deformar la liturgia y ateniéndose siempre a la tradición y Magisterio de la Iglesia.

“La renovación no consiste- y esta visto y demostrado- en cambios exteriores o simples actitudes nacidas de impulsos momentáneos… porque después no queda nada… Entonces se inventan otras actitudes… y así para muchos ´renovación´ viene a significar ´cambio continuo´ como las modas” (KRUK L. 1987. p 21)    

Es aquí donde se detecta el germen del progresismo, al momento del “cambio por el cambio” licuando la doctrina y dejándola sin consistencia, sin base sólida donde apoyarse provocando así la formación de un modelo de sacerdote con una fe superficial, centrada en el mero sentimentalismo. Kruk detectó este germen y actuó en consecuencia rebatiéndolo desde sus inicios.

“No tenemos apuros, aunque seamos considerados quizás como retardatarios, integristas, conservadores (como si el ser conservador fuera algo malo, repudiable) sin ser alocados en el ´cambio por el cambio´, tampoco nos quedamos, disminuido, sino que felizmente se ha acrecentado” (KRUK L. 1987. p 21)    

 Los frutos del pensamiento y trabajo de Monseñor León Kruk se verán manifestados en la proliferación de las vocaciones sacerdotales y el florecimiento espiritual continuo de la Diócesis. Entiéndase aquí un espíritu y fervor católico unido a la tradición de la Iglesia y no un progresismo endeble y sin consistencia.

“Por eso queremos ser realmente una Diócesis del Vaticano II, no solo porque nacimos con el Concilio, sino porque queremos vivir nuestra fe desde una renovación espiritual profunda”  (KRUK L. 1987. p 21)   

Si León Kruk no hubiera comprendido el significado que encierran los documentos emanados de la Santa Sede, si se hubiese apresurado, dejándose llevar por la banalidad del marxismo eclesiástico, seguramente no hubiese recibido a Ezcurra, Nadal, Biestro, Buela, Ramiro y Alfredo Sáenz para forjar su seminario.      

Cuando se trabaja para un fin: Entrevista sobre el Seminario Diocesano

 

La entrevista planteada en la edición especial de la revista Comunidad es de características más amenas en comparación con otras notas realizadas a Monseñor León Kruk. Lógicamente fue confeccionada por periodistas del ámbito católico y que están dentro del equipo de elaboración de la revista.

El temario de la entrevista gira en torno al tiempo que Mons. Kruk lleva al mando de la Diócesis de San Rafael, los proyectos concretados, como es el caso del Seminario Diocesano Santa María Madre de Dios, otros temas son las diversas problemáticas dentro de la Diócesis, y los futuros proyectos a realizar. La intencionalidad de la entrevista es clara, proveer de un pantallazo general de todo lo logrado en esos 25 (veinticinco) años que cumplió la Diócesis en 1987.       

Durante el desarrollo de la entrevista, Monseñor Kruk se desenvuelve con entera naturalidad y sencillez, brindando datos interesantes, efectuando respuestas claras y concretas frente a preguntas de carácter afable y sin rodeos.

León Kruk permanentemente recalca la rezar pidiendo a Dios todo lo necesario para llevar adelante su labor pastoral, a su vez a modo de introducción al tema del seminario alude que el sacerdote es el multiplicador de la acción del obispo.

“Es de tener en cuenta que Pablo VI decía que si un obispo empleara su episcopado más que para atender este tema, el  tiempo estaría bien empleado, pues los sacerdotes son los multiplicadores de las acciones del obispo” (KRUK L. 1987. p 10)

 En este fragmento podemos observar la importancia que León Kruk daba a sus sacerdotes, no solo porque al momento de su llegada en el año 1973 solo se encontraban 11 (once) sacerdotes, sino porque también sus futuros sacerdotes serán los colaboradores que necesitaba para educar al pueblo católico. El apoyo de los Papas fue fundamental, especialmente el obtenido por parte de S.S Juan Pablo II cuando en reuniones le decía: “lo ideal es que cada Diócesis tenga su propio seminario” (S.S. Juan Pablo II. 1982) ¡Que enorme diferencia con la actualidad! Donde ya casi ningún obispo se preocupa por fundar un seminario, se convirtieron en meros funcionarios, repartiéndose Argentina en solo tres seminarios: Buenos Aires, Córdoba y Corrientes.

No es de extrañar entones el cerco que estos colocaron al Seminario de San Rafael, tranquilamente San Rafael podría nutrir de sacerdotes bien formados a toda la Patagonia, en conjunto con los demás seminarios del país, pero pronto encasillaron al sacerdote sanrafaelino en su jurisdicción, dejando así todo el resto del territorio para ellos, ¡pero claro! Al carecer de vocaciones actualmente se golpean el pecho y se lamentan hipócritamente de la inmensidad del territorio a cubrir y en efecto ¡No dan a bastos!

Habría que mencionarles a estos obispos de cartón, de grandes seminarios pero de pasillos vacíos, de “enormes bibliotecas” pero de escaso contenido, que ya desde sus inicios el seminario de San Rafael y el Instituto del Verbo Encarnado, humildes como nacieron no paraban de recibir vocaciones.

“En este momento gracias a Dios, hemos sobrepasado el centenar. Estamos actualmente alrededor de 140 seminaristas, tanto del seminario como los de la Congregación. Se trata de dos centros de formación, aunque para los estudios es una sola formación en la parte doctrinal y dogmática. En lo espiritual, en lo básico también están los de la Congregación que tienen algunas exigencias más particulares” (KRUK L. 1987. p 11)    

Estamos hablando del año 1987, tres años después de la fundación de dichas instituciones, con las precariedades edilicias con las que contaban y sin embargo su vista estaba puesta en lo alto. Es de destacar que todos los santos surgieron de una vida austera y aquellos que nacieron en “cuna de oro” como es el caso de San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola y todos otros que dejaron las comodidades del mundo, dado que estas no les permitía seguir a Dios.

Las grandes órdenes mendicantes de la Cristiandad: Cistercienses, Cluny, Franciscanos, Jesuitas, Salesianos florecieron desde la austeridad y muchas se pervirtieron por el relajamiento de la comodidad y la “Teología de la Liberación” ni que hablar de seminarios en España, Francia, Alemania, sin ir más lejos Buenos Aires.

El Seminario de Mons. León Kruk que en sus inicios llegó a albergar a 140 seminaristas, en pocos años de vida se vio obligado a rechazar seminaristas por falta de espacio. ¿Qué seminario en América tiene la dicha o la oportunidad de hacer eso? Los seminarios actuales ruegan a Dios por que lleguen vocaciones.

“Yo estoy satisfecho, me siento contento. Nunca pensé que llegaría un día en que tendría que rechazar; o más bien dar largas, a la solicitud de ingreso de algunos candidatos por no tener lugar disponible en el seminario.

Tener que decirles bueno esperen un año, esperen un poco más, terminen este estudio o el otro, porque por ahora no los podemos recibir. Nunca pensé que llegaríamos a eso, pero gracias a Dios estamos en eso y es así que la lucha sigue, la incomprensión también. Pero nosotros estamos contentos porque si no fuese obra de Dios no se la perseguiría tanto. Hay muchas cosas que acontecen y no veo tanta preocupación para combatir tales cosas como para combatir a nuestro seminario” (KRUK L. 1987. p 11)  

En efecto, cuando una obra es bendecida por Dios, las atribulaciones están siempre presentes, pues es solo a través de ellas que los frutos salen a la luz. Es lógico también que este mundo rechace la luz, recordemos lo que nuestro Señor Jesucristo dijo a sus apóstoles: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os los perseguirán” (JUAN 15)

No es de sorprenderse entonces cuando hay persecución de una obra que se realiza bajo la luz de evangelio. El mismo Mons. León Kruk lo define de manera clara y gustoso de llevar su cruz en este duro peregrinar hacia la Patria celestial.

Seríamos realmente de lamentar nosotros si aquellas manos que tiran piedras contra Cristo, contra la Iglesia, nos aplaudieran, porque entonces estaríamos en una mala línea y precisamente son aquellos que muchas veces tiran piedras contra Cristo, contra la Iglesia, los que más aplauden a ciertos tipos de funcionarios de la Iglesia” ((KRUK L. 1987. p 11)

Aquí encontramos un mensaje claro y contundente, el reino de Cristo no es de este mundo, pero su autoridad rige en todo el universo. La Iglesia marcha en este camino de peregrinación hacia el cielo, encontrando dentro de sí a grandes santos y a pecadores.

El mundo se empecina en atacar todo aquello que sea luz, todo atisbo de cristianismo, pues ha rechazado al mismo Cristo y repite ese grito maldito del demonio “non serviam”, al cual los cristianos oponemos con más fuerza aún “Mikael” ¿Quién como Dios? Esta batalla está ganada por Dios de antemano, pero hasta que Cristo vuelva en toda su gloria para restablecer toda la creación, debemos dar el buen combate y sufrir persecución pero contentos, unidos al crucificado.

“Reitero que es el precio que hay que pagar y estamos contentos porque después de todo, el Señor también nos prometió cuando dijo: Tengan confianza porque yo he vencido al mundo y nosotros que estamos con Él, tenemos la ganada la batalla de antemano” (KRUK L. 1987. p 11)

Como todo obispo y católico, León Kruk conocía perfectamente “los bueyes con los que araba”, sabía que sin persecución no habría salvación y aunque atravesara la desolación espiritual, Dios no lo dejaría, así es su “modus operandi” Dios se oculta, mas no se abandona, acompaña permanentemente a su siervo, lo poda y purifica para que de esta manera produzca abundante fruto.

El seminario de Kruk fue perseguido durante toda su existencia, pero supo dar férreos sacerdotes, con Fe sólida y profunda, no una fe meramente superficial y liquida como la del sacerdote progresista. Ningún otro seminario contó tampoco con el apoyo total del Papa, eso es claro, y la prueba se manifestó en su visita a Mendoza capital en el año 1987, San Juan Pablo II se acercó a los jóvenes seminaristas, los saludó y les otorgó su bendición.

“Cuando el papamóvil se detuvo a 100 metros del escenario para que el Santo Padre los hiciera caminando, su mirada se dirigió atentamente al gigantesco cartel que decía Seminario de San Rafael, fieles al Papa, y antes de descender impartió reiteradas veces su bendición hacia el grupo de seminaristas que lo aclamaba. Sus primeros pasos lo condujeron hacia el lugar donde éstos se encontraban y rompiendo una vez más el protocolo, pese a las insinuaciones del obispo local, estrechó las manos y saludo a gran parte de los seminaristas, que con voz entrecortada entonaban el “Christus Vincit” en su honor” (Revista Comunidad. 1987. p 20)            

¡Qué hermoso regalo el que Dios da a sus hijos! Aquellos jóvenes seminaristas pertenecientes a ese atacado, denigrado seminario fueron los únicos en ese día la causa de que el Papa se dirigiera a ellos y los saludara personalmente, dándoles además su bendición.

El gesto de San Juan Pablo II fue sin dudas un bálsamo para el alma apesadumbrada de León Kruk, una alegría inconmensurable para sus seminaristas. Lógicamente en la entrevista se le pregunta a Monseñor como vivió la visita del Papa, a lo cual respondió:

“Lo viví desde el ángulo de la fe, con esa alegría y esa esperanza que está en el Evangelio, que no son comparables ni semejantes a las del mundo. Encontrarse con el Santo Padre, recibir su aliento, su comprensión, yo diría más que todo porque es lo que nos estaba faltando a nosotros […] Esta comprensión, este interés, esta disposición del Santo Padre en ver como también aquí y en otras partes se sigue trabajando por el Reino de Dios” (KRUK L. 1987. p 11)

La última parte de la entrevista en esta edición especial, hace referencia a las ordenaciones sacerdotales y las especializaciones que algunos sacerdotes realizarán en Roma. Esto dio tranquilidad a Monseñor Kruk, dado que le permitió aumentar la calidad y exigencia educativa en su seminario.

Otro de los puntos finales nombrados en la entrevista son los anuncios, entre ellos la conformación de una congregación de religiosas en San Rafael. No sabemos si se tratara de las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará (rama femenina del IVE) pero León Kruk dejó este anuncio explícito:

“El Seminario ha sido un sueño, más que un sueño diría una preocupación por una realidad, por una necesidad de contar con mayor número de Apóstoles. Es decir, de obreros para la miel del Señor. Y uno de estos es la Congregación o Instituto, como quiera llamársele, de mujeres, que incluso he tenido reuniones pero no me alcazaba el tiempo para darle la continuidad a este proyecto y eso hizo que se diluyera un poco. Ahora que cuento con más sacerdotes creo que es momento de retomar ese primer proyecto que tuve cuando llegue a esta Diócesis de San Rafael” (KRUK L. 1987. p 12)

En concreto, al parecer León Kruk tenía dentro de sus planes una gran variedad de proyectos, desconocemos si este en particular apunta a la creación de la rama femenina del IVE, o tal vez se tratase de una rama femenina perteneciente a otra advocación o congregación. Lo que es seguro es que Monseñor quería una Institución religiosa femenina.

Una historia que todos deben conocer

 

En este pequeño apartado de la revista Comunidad, se narra la historia de fundación del Seminario Diocesano. Los primeros años del mismo, la rutina diaria, como así también acciones destacadas del Seminario como lo fue la participación de algunos seminaristas en el Congreso Católico Argentino de Filosofía, el mismo se llevó a cabo en la localidad de San Antonio de Arredondo en la provincia de Córdoba. El seminario fue invitado por el entonces presidente de la Sociedad Católica Argentina, el Dr. Alberto Caturelli.

“Encabezado por el Pbro. Carlos M Buela, un grupo de 25 seminaristas se trasladaron a la  localidad serrana de Córdoba en el viejo microbús. El Congreso se efectuó los días 8,9 y 10 de noviembre y el tema central fue La filosofía cristiana en la historia hispanoamericana. El seminario de San Rafael había sido invitado por el presidente de la Sociedad Católica Argentina, el Dr. Alberto Caturelli. (Revista Comunidad. 1987. p 17)

Era esta destacada exigencia intelectual impartida en el Seminario de San Rafael la que le valió la participación en un congreso de tal magnitud y prestigio, donde los jóvenes seminaristas compartieron sala con grandes exponentes como el Dr. Alberto Caturelli y Mons. Octavio Derisi, entre otros.

Otro de los puntos importantes planteados en el escrito es la llegada del visitador apostólico emanado por la Santa Sede en 1987. El Padre Julio G Veláz. Entramos aquí en un punto de gran complejidad, puesto que luego de su visita se ocasionan grandes desencuentros y la sorpresa de Mons. León Kruk, producto de la disonancia entre lo expuesto por el visitador apostólico en su presencia y el informe enviado al Card. William Baum respecto de la realidad observada en el Seminario de San Rafael.

“Pido humildemente a V. Emncia. que la Sacra Congregatio pro Institutione Catholica, a V. Emncia. encomendada, revise nuevamente el texto que se me ha enviado con la Carta fechada en Roma el 24 de enero de 1987, cuyas características son: Prot. N9 1196/86/9. No puedo ocultar mi pena y profundo dolor por cuanto el contenido de vuestra Carta fue conocido en otras Diócesis, y al parecer aún antes que por mí.(KRUK L. 1987. Carta al Card. Baum)

Los sucesos acontecidos en este entredicho motivaron que Kruk le entregara en mano su carta al Card. Baum en Roma, a fin de evitar esta “falsificación de información”, si bien este punto no se especifica en la publicación de la revista, gracias a la correspondencia entre Mons. Kruk y el Card. Baum, podemos conocer el trasfondo de la angustiosa situación. En esta carta Kruk realizará una fuerte defensa de su equipo de formadores como es en el caso de Ezcurra, Buela y Biestro.

  También notificará quienes son los sacerdotes ordenados que realizan especializaciones en Roma y que también figuran en el escrito de la revista:

“Finalmente, un acontecimiento de gran trascendencia marcaría el inicio de un elemento esencial para el Seminario, la especialización y cualificación de los sacerdotes que desempeñan su función como formadores en el seminario. En el mes de enero, partían rumbo a Roma cuatro sacerdotes: el Pbro. Ramiro Sáenz para especializarse en Espiritualidad, el Pbro. Miguel A Fuentes para especializarse en Teología Moral, el Pbro. Arturo Ruiz en Teología Dogmática, y el Pbro. Juan Carlos Petrino para especializarse en Sagradas Escrituras, quienes permanecerían dos años en Roma para obtener la Licenciatura en sus respectivas disciplinas” (Revista Comunidad. 1987)    

 No podemos negar las cruces que Kruk debió soportar fueron muy duras. La persecución, calumnias y ataques, sumergieron a nuestro obispo en un profundo dolor y desolación. Es por ello que en tres oportunidades Monseñor entregó su renuncia al Papa Juan Pablo II, gracias a Dios el Sumo Pontífice la rechazó, veía la fuerza y el temple del que supo hacer grande a la Diócesis de San Rafael.

Conclusión

La edición especial de la Revista Comunidad de 1987, es un valiosísimo documento que provee de información clave para comprender más a fondo la realidad social y espiritual no solo del Seminario, sino de toda la Diócesis.

Nos hemos permitido realizar un análisis del contenido aportado por esta revista, a fin de que la comunidad actual sanrafaelina conozca un poco más sobre la historia de su Diócesis y la figura de Mons. León Kruk. Esta edición ya no se encuentra disponible, salvo por un grupo muy reducido de fieles y sacerdotes que vivieron en tiempos de Kruk.

Este pequeño escrito apunta además a revalorizar la formación académica que se impartió en el Seminario Diocesano Santa María Madre de Dios y el Instituto del Verbo Encarnado.

Es imperioso profundizar en el conocimiento histórico de la figura de Mons. León Kruk y su gobierno episcopal, esto permitirá comprender la realidad religiosa del sur mendocino.   

      


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