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La Inmigración en Argentina en el siglo XIX.

 



Por: Lic. Sergio D´Onofrio 


Introducción

               

                La Inmigración en Argentina ciertamente puede plantearse en tres grandes oleadas, las cuales se ubican en los siglos XIX y el s. XX. En el presente informe nos abocaremos al análisis de esta primera oleada ubicada entre los años 1872 -1880.  Para llevar adelante el presente informe, nos concentraremos en los escritos de diversos autores que nos permitirán obtener un pantallazo general de la situación inmigratoria en los distintos ámbitos.

            En el desarrollo del informe tendré en consideración los distintos puntos, tales como la finalidad que la clase dirigente perseguía por medio de las políticas implementadas, cuales fueron los resultados de las mismas, como así también la realidad encontrada en el país por los inmigrantes y en consecuencia el estilo de vida que debieron llevar con su estadía en el territorio nacional bajo las políticas liberales de la facción unitaria.  Por último, realizaremos un recorrido por las diversas consecuencias de la inmigración en nuestro país.

               

Desarrollo

               

                Al momento de abordar la realidad inmigratoria hacia el territorio argentino en tiempos postrimeros a la batalla de Caseros, debemos en primera instancia, tener en cuenta cuales fueron los fines perseguidos por la facción unitaria acantonada ahora en el poder. Lejos quedaron los tiempos de esplendor rosista, donde la tradición y la cultura nacional conocieron la bonanza y las potencias imperialistas reconocieron la valía de la Confederación Argentina. Nos encontramos ahora en el periodo liberal unitario, caracterizado por la búsqueda constante de la erradicación cultural hispano-criolla y la entrega de la soberanía nacional en pos del “progreso”.

            La inmigración en Argentina del s. XIX, como se mencionó anteriormente, respondía a una necesidad político ideológico determinada. Era imperioso para Sarmiento y su séquito reconfigurar la sociedad argentina conforme a los estándares europeos, a fin de alcanzar la “civilización”, pero paradójicamente en el pensamiento del presidente sanjuanino no todos los países que configuraba la entonces Europa del s.XIX. se erigían como baluartes de la civilización.

            La búsqueda de la erradicación total del gauchaje como del indio era para Sarmiento y toda la facción liberal considerado una obra magna, sublime en pos de la civilización, claro lo deja este cuando en un articulo publicado en el diario El Nacional en el año 1876 establece:

“¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”[1]   

            Y sobre el gaucho expresará en la Carta escrita a Mitre el 20 de septiembre de 1861:

            “Se nos habla de gauchos… la lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esa chusma criolla incivil, bárbara y ruda es lo único que tienen de seres humanos”[2]

            Realizar este recorrido por el pensamiento de la elite porteña nos permite comprender mas a fondo la realidad social de la época, como así también brinda un vistazo sobre el tipo de inmigración que estos esperaban, pues es obvio el odio visceral manifestados por ellos hacia la población nacional, fuertemente arraigada a la tradición hispánica y mucha más repulsión le generaba la raigambre católica presente en la sociedad.   

            La magnitud territorial de nuestra nación revela que incluso hasta nuestros días está en condiciones de albergar a una mayor cantidad de habitantes, esto no escapó a la mirada de los gobiernos unitarios, en especial una vez concluida la Campaña del Desierto con Roca entre los años 1876 y 1879. Es por tanto que se hacia imperiosa la necesidad de abrir las puertas a la inmigración, el inmigrante sería para los liberales fundamental para alcanzar la tan ansiada modernización del territorio nacional.

El arribo de los inmigrantes significaba para ellos el ingreso de capital que sustentaría las distintas obras como lo fue el ferrocarril, el tendido de los telégrafos, etc. Incluso la mano de obra estaría dispuesta para ellos, pues ¿Quién le daría trabajo al indio salvaje y al gaucho ignorante? La promesa de trabajo y una mejor calidad de vida fue impulso suficiente para que miles de inmigrantes dejaran su Patria escapando de la miseria y de la guerra y se aventuraran hacia América, en este caso particular Argentina.

Teniendo en cuenta la expectativa liberal con respecto a la apertura inmigratoria, cabe cuestionarse lo siguiente ¿Cumplió la masa de inmigrantes con los estándares de la facción liberal? ¿Qué buscaron? ¿Qué encontraron? Ciertamente que existió una decepción por parte de ambos sectores, pues desde el lado gubernamental se esperaba inmigrantes cultos provenientes de Norteamérica e Inglaterra los cuales pudieran “civilizar” a la barbarie, como así también aprovechar los beneficios que el Estado les proveyese mediante la legislación de leyes que les otorgaría tierra y trabajo. Nada de eso ocurrió, la enorme masa de inmigrantes europea provenía de países sumidos en la pobreza y la guerra. Desde los barcos arribaban italianos, rusos, españoles, suizos, alemanes, etc.

 La realidad encontrada por aquellos inmigrantes tampoco fue lo que estos esperaban, las promesas de tierras, hospedaje y trabajo no fueron cumplidas por aquellos gobernantes que prometían el “oro y el moro”, la enorme mayoría de familias y hombres solos se vieron entonces obligados a vivir en las periferias de la ciudad, acinados en habitaciones de 4 metros por 2 metros, con un patio comunal, nacían así los famosos conventillos. Las condiciones laborales motivaron a que muchos de ellos se trasladaran hacia el resto de las provincias como Mendoza, Entre Ríos, Misiones, La Pampa, Tucumán, etc.      

 

La Inmigración y la problemática de la Educación

           

El tema de la educación en territorio argentino es y fue una problemática de largas luchas internas en el campo intelectual, si bien la inmigración no fue la causa final de esta, sirvió como pretexto argumentativo en la cual se apoyaron la facción masónico-liberal para cumplir con su verdadero objetivo, el cual siempre fue utilizar la educación como instrumento de erradicación de todo atisbo de tradición, cultura hispano católica.

Félix Luna nos provee de una mirada completa de la realidad anti clerical impuesto por los liberales, la cual se venía gestando desde la presidencia de Rivadavia.

             “Las ideas del Liberalismo rechazaban la injerencia de la iglesia en lo que respecta a los asuntos temporales, donde reconocían al Estado pleno derecho, como una manera de permitir también la convivencia de las distintas maneras de pensar. Esto implicaba el monopolio educativo por parte del Estado para imprimir su sello característico de este progresismo no intervencionista en el perfil del ciudadano”[3]  

            La búsqueda de un modelo educativo produjo un enorme enfrentamiento no solo entre la facción católica y los liberales, sino que incluso dentro de estos últimos se enfrentaron dos modelos educativos bien diferenciados, Sarmiento y Alberdi.  

            Aun así, pese a las diferencias metodológicas, ambos personajes coincidieron en la importancia de la educación. Sarmiento por su parte puso especial acento en la enseñanza a cargo de docentes extranjeros para “educar al soberano”, en su inmensa mayoría estos docentes serían de origen norteamericano, respondiendo fielmente al proyecto de aculturación en pos del progreso.

            Los inmigrantes poco a poco fueron indefectiblemente relacionándose con el argentino, asimilando lentamente su lenguaje, pero sin perder sus costumbres, esto fue generando paulatinamente una simbiosis cultural, es decir la incorporación de algunas costumbres que estos inmigrantes traían consigo. A esto se le suma la necesidad de integrar a los segundos a la educación, por ende, este factor también fue tomado en cuenta a la hora de celebrar el primer congreso pedagógico de 1881.  

            Dicho congreso culminó con la sanción 1420 en el año 1884, donde se estableció la obligatoriedad de la educación estatal y laica. Pero no sin antes haber existido una encarnizada y valerosa protesta católica en defensa del derecho inalienable de la enseñanza religiosa, dicha postura estuvo dirigida en el Congreso pos Juan Manuel Estrada y Pedro Goyena.

“Las posturas eran realmente antagónicas. Los católicos querían ante todo defender la libertad de conciencia frente a la injerencia del Estado liberal. Pensaban que el liberalismo amenazaba la tradición argentina de la familia y la moral derivada de ella. Para resistir esta amenaza, la mejor manera era una sólida formación religiosa que además serviría de componente unificador frente a la presencia del elemento inmigratorio”[4]    

La inmigración fue aquí un factor la inclusión por parte del catolicismo que brega por la unión religiosa que incluso muchos inmigrantes compartían ya que en gran mayoría provenían de países de tradición católica como España, Italia, etc. Sin embargo, la facción liberal utilizó a su favor el pretexto de la diversidad religiosa extranjera para fundamentar su postura antirreligiosa, movimiento maquiavélico si tenemos en cuenta de que se trata del tipo de inmigración que ellos rechazaron, ya que no eran los inmigrantes que esperaban para civilizar a la población argentina.   

La ley 1420 no fue otra cosa que la búsqueda del control educativo por parte del Estado a fin de encargarse de descristianizar a la sociedad argentina, colocando las mentes de los niños en manos de extranjeros seleccionados (norteamericanos, ingleses) a fin de erradicar la tradición.

 

Consecuencias de la Inmigración

 

            Las consecuencias del contingente inmigratorio de finales del s. XIX fueron en primera instancia, el aumento demográfico de la población, la cual se concentró en mayor medida en las grandes ciudades para posteriormente trasladarse a las diferentes provincias, generando así la modernización y planificación de nuevos pueblos y ciudades.

            La inmigración supuso al Estado un complejo trabajo legislativo a fin de en un principio fomentar la llegada de los mismos, posteriormente se vio obligado a endurecer las leyes a fin de controlar las protestas por parte de estos debido a los enormes abusos de la clase terrateniente y los dueños de los conventillos.

La llegada de los inmigrantes permitió además la obtención de mano de obra barata en los distintos ámbitos laborales como por ejemplo la construcción de las vías ferroviarias, los trabajos de campo.

El mestizaje también tuvo un incremento importante en esta época, si bien históricamente nuestro territorio se caracterizó por contar con la presencia de diversas castas, la inmigración de finales del s.XIX permitió dar un importante avance a esto.

Por último, el intercambio cultural generado entre los inmigrantes provenientes de diversos países y los argentinos, motivo a una asimilación de diferentes elementos tradicionales y por ende, incorporados lentamente a la cultura nacional, como por ejemplo: instrumentos musicales, diferentes terminologías agregadas al lenguaje, etc.           

 

Conclusión

               

Hemos realizado un breve recorrido por los distintos aspectos de las políticas inmigratorias que la clase dirigente perseguía por medio de las políticas implementadas, a su vez, pudimos observar la realidad encontrada por parte de los inmigrantes que arribaron al país en búsqueda de un mejor estilo de vida, y como el tipo de inmigración que no fue el esperado por la clase dirigente tuvo como consecuencia la implementación de políticas muy duras al respecto.

            Si bien se alcanzaron muchos de los fines propuestos por los liberales, podríamos decir que afortunadamente no se cumplieron de la manera en la que ellos pretendían, ya que, si bien se experimentó un considerable aumento demográfico y la modernización de muchos pueblos y ciudades, no se produjo un masivo contingente inglés, norteamericano ni francés.

            La inmigración significó además la necesidad de una reorganización jurídico legislativa, que permitiera al Estado una mayor organización, pero esto también fue un instrumento que le garantizó al entonces gobierno llevar adelante distintas reformas educativas y políticas a fin de quitar lugar a la religión y tradición católica.

 

Bibliografía

Carta de Domingo F. sarmiento a Bartolomé Mitre. 20 de septiembre de 1861.

Frases de Sarmiento contra el gaucho, indios y judíos http://arecoaldia.blogspot.com/2013/09/frases-de-sarmiento-contra-el-gaucho.html  [ sábado 16 de octubre de 2021]


LUNA, Félix. Historia Integral de la Argentina: Los años de prosperidad. Buenos Aires: Planeta, 1997, Tomo 8. P. 52 - 65



[2] Carta de Domingo F. sarmiento a Bartolomé Mitre. 20 de septiembre de 1861.

[3]Luna, Félix. Historia Integral de la Argentina: Los años de prosperidad. Buenos Aires: Planeta, 1997, Tomo 8. Pàg 56-57

[4]Luna, Félix. Historia Integral de la Argentina: Los años de prosperidad. Buenos Aires: Planeta, 1997, Tomo 8. Pàg 55-56

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