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Volver a los orígenes



Por: Lic. Sergio D´Onofrio

Introducción

En el presente escrito analizaremos la problemática de la relativización cultural y la deformación etimológica y filosófica de la palabra como base para comprender la decadencia en el pensamiento moderno. Para ello deberemos sumergirnos nuevamente en los albores de la civilización occidental, en la base del pensamiento griego, esto nos permitirá tener una base sólida sobre los orígenes culturales y filosóficos donde se basa nuestra cultura, nuestra civilización.

 

            A diferencia de lo postulado por muchos “pensadores” modernos, que desdeñan a los filósofos griegos, catalogándolos como “arcaicos” y hasta “caducos”, en pos de una supuesta “reinvención” de la filosofía. Es necesario comprender que no se puede prescindir de los genios griegos como, por ejemplo: Sócrates, Platón, Aristóteles, Homero, Hesíodo, etc. Se establece la urgencia de volver a las raíces para no perder el rumbo del pensamiento occidental.

           

Desarrollo

            Como primera medida y a modo de introducción al tema central, partiremos desde la exposición del mensaje que busca dejar el dibujante Ricardo Siri Liniers. El ilustrador nos da una premisa básica y clara, pero que a su vez tiene una profundidad compleja, “la civilización actual, avanza en una decadencia cultural constante”. Lamentablemente esto ya no es ninguna novedad, solo basta observar los distintos ámbitos de nuestra vida diaria, partiendo por ejemplo de la misma desinformación e influencia que generan los medios de comunicación, la música, los diferentes programas televisivos, etc. A esto se le suma la relajación y mediocridad del sistema educativo actual, donde la exigencia formativa ya no busca un crecimiento intelectual y espiritual óptimo, sino por el contrario, esta a la vista que muchos docentes ya no se preocupan por enseñar, sino de ocupar un puesto que le genere una estabilidad económica y que incluso hasta su misma formación se basa en falacias ideológicas como el marxismo etc.

            Todo este recorrido nos conduce hacia la mediocridad cultural, donde las palabras mismas han perdido su verdadero significado. Cultura, civilización, ya no denotan un crecimiento íntegro y profundo, sino por contrario, la relativización cultural ha llevado a una resignificación de los términos.

Carlos Alberto Sacheri en su obra “El orden social y la esperanza cristiana” nos da una clara significación de la cultura, pero antes de ello nos remonta al génesis epistemológico del término. 

“Como sinónimo de cierta perfección intelectual –se habla, por ejemplo, de un “hombre cultivado”– la cultura entraña una directa vinculación con la Paideia griega, con la humanitas de Cicerón y con toda la tradición secular de las artes liberales”[1]        

Justamente Sacheri nos remonta al origen de la palabra cultura, nos conduce a profundizar en la civilización griega para comprender mejor así, la significación que encierra el sentido de cultura para el hombre griego y, por ende, la mutación de su connotación actual. 

Tomaremos como punto inicial y parámetro histórico, al período griego conocido como el periodo arcaico, el cual tiene su proceso entre los siglos X al VI a.C. Aquí encontramos comienzos de la civilización griega y por ende los primigenios de la cultura occidental. Dos son los principales exponentes que se encuentran en dicho período histórico: Homero con la Ilíada y Hesíodo con la Teogonía. 

La obra de estos dos personajes históricos, se complementan perfectamente y nos dan los dos principales ámbitos y factores que hacen a la palabra cultura. 

“El tema central de la cultura homérica es el concepto de areté, entonces. Areté puede ser, asimismo, traducido como virtud, pero en su versión no alterada por el uso moral; es decir: como expresión del más alto valor caballeresco unido a una conducta cortesana y al heroísmo guerrero. Es en este concepto en donde se encuentra el ideal educador en el período de la primera Grecia. [...] . La cultura griega fue, en sus orígenes, el privilegio de esta aristocracia de guerreros. Pero no se trataba de guerreros ignorantes. Ciertos detalles que da Homero dan cuenta del refinamiento en las costumbres: los cortejos, los juegos, se trata de una vida de corte. Toda esta cultura suponía una educación adecuada. Lo que nos muestra Homero es cómo fueron educados, cómo llegaron a ser la flor de la caballería. La Ilíada debe ser entendida, pues, como el relato de los detalles de la educación de Aquiles.”[2]  

En primer lugar, encontramos en Homero el factor educativo, pedagógico de la cultura como cultivo no solo del cuerpo sino también del alma. Los griegos sabían en efecto (más allá de algunas concepciones primitivas sobre la relación de cuerpo y alma que siglos después serán aclaradas por San Agustín y Santo Tomás bajo la luz del Espíritu Santo) que el ser humano no es sólo cuerpo, sino que posee un alma cuya naturaleza está más allá de lo meramente terrenal. 

Homero nos conduce a comprender que para los griegos no basta que el hombre conozca solo el arte bélico, sino que además debe cultivar su espíritu para elevarse intelectualmente. Para ello, pone como ejemplo al héroe Aquiles, un guerrero sin igual, donde ni siquiera Héctor pudo equipararse. Sin embargo, Homero no se detiene en la superficialidad, por el contrario, alienta a las futuras generaciones de la Grecia clásica, a ver en el héroe (Aquiles) un modelo de virtud.         

            Por el otro lado encontramos a Hesíodo, quien es el máximo exponente griego sobre la connotación de cultura como producto de la relación entre el Hombre y los dioses. Mediante sus obras “La Teogonía” y “Los Trabajos y los días” Homero no solo plantea el origen de los dioses a partir del Khaos y la búsqueda del Orden, sino que, además, en conjunto con su segunda obra, mencionada dos renglones atrás, “constituye una unidad conceptual con la Teogonía. La unidad está dada por el tema de la Diké. Estas dos obras son el primer canto a la justicia en occidente. El canto al orden cósmico de la Teogonía “desciende” hacia lo micro, para ver qué pasa en la realidad humana cotidiana; es decir: cómo opera la justicia en el mundo de los hombres, este es el tema de Los trabajos y los días.”[3] 

            Las obras de Homero y Hesíodo, constituyen así un acabado complemento de la significación y ámbitos que abarca la cultura, y he aquí el sentido primigenio y epistemológico de la palabra cultura como sinónimo de formación física, intelectual y espiritual del Hombre griego y podríamos llevarlo incluso a nuestros días. 

No puedo pasar por alto un ítem fundamental que Hesíodo nombra como factor determinante en la involución de la humanidad, la cual se divide en las distintas edades.

“Edad de Oro, Edad de Plata, Edad de Bronce Edad de Hierro: que es la época que le ha tocado vivir a Hesíodo. ¿Cuál es la causa de esta sucesión regresiva? El alejamiento del hombre respecto de los dioses”[4]

 Esta premisa tiene una indudable relación con nuestro tiempo, si bien la humanidad logró avances infinitos en lo tecnológico, médico, etc. que sin duda llevaron a la humanidad a un confort y mejoría   sin precedentes. No obstante, es evidente que el alejamiento del ser humano con Dios lo conduce a una decadencia progresiva que lo animaliza constantemente, y lo lleva a olvidar la sentencia dictada por Dios desde la creación “Del polvo eres y al polvo volverás” (GENESIS 3; 19).[5] 


Conclusión 

Hemos realizado un pequeño análisis y una reflexión sobre la cultura, partiendo de un mensaje, la idea expresada por el dibujante Ricardo Siri Liniers, sobre una problemática muy en boga en nuestros días. A partir de este punto fuimos profundizando hasta llegar a los orígenes etimológicos y filosóficos de la palabra cultura. Esto nos permitió comprender más a fondo la importancia de formarse constantemente. 

Es imperativo volver a los orígenes para dar un giro en nuestro tiempo, es preciso reconocer nuestro desvío y volver a Dios antes de que sea demasiado tarde                                       

Bibliografía

Biblia de Jerusalén 

MÓDULO I. Concepto de cultura, La cultura griega. Historia de la Cultura Moderna y Contemporánea. Universidad Católica de La Plata. Año 2021. 

SACHERI Carlos Alberto. El orden social y la esperanza cristiana. Editorial Vórtice. Año 2014

 

 

           

           

 



[1]SACHERI Carlos Alberto. El orden social y la esperanza cristiana. Editorial Vórtice. Año 1988. Pág. 50

 

[2]MÓDULO I. Concepto de cultura, La cultura griega. Historia de la Cultura Moderna y Contemporánea. Universidad Católica de La Plata. Año 2021. pág. 3

[3]MÓDULO I. Concepto de cultura, La cultura griega. Historia de la Cultura Moderna y Contemporánea. Universidad Católica de La Plata. Año 2021. pág. 6  

[4]Ibidem. Opc. Cit. Pág. 7

[5]Biblia de Jerusalén 

 


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