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Análisis de la Obra "Helena" de Evelyn Waugh


Por: Lic. Sergio D´Onofrio
 

Introducción

            Constantemente se han escrito una gran cantidad de obras literarias sobre las distintas civilizaciones antiguas, pero sin lugar a dudas, Roma es la que se ha llevado una vez más los galardones. La loba no solo se mantiene viva en su historia y sus cimientos, sino que también se ha convertido en musa de diversos novelistas.

    Al igual que muchos historiadores y fanáticos, los novelistas ven en la vida, tradición y cultura romana, un oasis que sustenta su creatividad y los lleva a volar entre distintos pasajes de su historia; algunos se enfocarán en la escritura de sus novelas basándose en hechos históricos propiamente dichos (novelas históricas), otros como es el en caso del autor Evelyn Waugh, nutren sus escritos con personajes y sucesos históricos pero les añaden características y hechos ficticios a fin de lograr una simbiosis entretenida y elegante para atrapar al lector.

    En esta oportunidad nos permitiremos analizar la obra "Helena", escrita por el autor mencionado. Señalaremos en ella los aspectos históricos culturales que pueden observarse a fin de rescatar la base histórica de la novela.


Desarrollo

            La novela de Evelyn Waugh titulada “Helena” está centrada en una época de transición cultural y religiosa, es decir en proceso histórico donde el cristianismo se convertirá en la religión oficial del imperio. Después de arduas y sangrientas persecuciones, el cristianismo pasará de ser una religión más en el imperio (recordemos que con la sanción del edicto de Milán en el 313 d.C. se declara para todo el imperio la libertad de culto, incluyendo así también al cristianismo). Posteriormente con la llegada del emperador Teodosio en el año 380 d.C. se declara al cristianismo como la religión oficial que regirá a todo el imperio romano.

    Por medio de su obra, el autor nos presentará a Helena, la emperatriz que fue la madre de nada mas y nada menos que de Constantino, quien gobernó Roma entre los años 326 al 337 d.C. y su mayor logro fue sin dudas la cristianización del imperio. Evelyn Waugh sumerge a sus lectores en la vida de la ya mencionada madre de Constantino, comenzando con la narrativa del viaje realizada por ésta hacia Palestina, motivada por encontrar nada mas y nada menos que los restos de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, el autor pone en tela de juicio dicho hallazgo basado en las medidas de dicha cruz encontrada por Helena en comparación a la de nuestro Señor.

    No sabemos si la madera que encontró Helena es la Verdadera Cruz. No hay por qué pensar en la difícil posibilidad de su conservación, pues el tiempo que media entre Helena y Nuestro Señor no es mayor que el que hay entre nosotros y el rey Carlos I, pero, si aceptamos su autenticidad, creo que debemos admitir un elemento milagroso en su descubrimiento e identificación. Sabemos que la mayoría de las reliquias de la Verdadera Cruz que actualmente se veneran en diversos lugares tiene 4 una clara descendencia de la reliquia venerada en la primera mitad del siglo IV. El vulgo solía opinar que había, de esta ‘Verdadera Cruz’, trozos suficientes para construir un acorazado. En el siglo pasado un sabio francés, Charles Rohault de Fleury, se tomó el gran trabajo de medirlos todos. Le resultó un total de cuatro millones de milímetros cúbicos, mientras que la cruz en que sufrió Nuestro Señor se compondría probablemente de unos ciento setenta y ocho millones. En cuanto al volumen se refiere, por lo tanto, la credulidad de los fieles no es exagerada”[1]

    Debemos tener en cuenta además que por tradición y revelación se conoce que la emperatriz Elena, tuvo visiones reveladas por nuestro Señor donde le muestra el lugar y las dimensiones de su cruz. Conocemos además el cómo realizó tal descubrimiento y que efectivamente la cruz hallada es la cruz de Cristo.

    Las nuevas excavaciones que la Emperatriz mandó hacer tuvieron fruto cuando, al remover un terreno cercano al Gólgota, se encontraron tres cruces, y la tabla sobre la que se había escrito en hebreo, griego y latín: Jesús Nazareno Rey de los Judíos. Así se produjo la invención -el descubrimiento: inventio en latín significa venir hasta algo, encontrar- de la Santa Cruz del Señor, que había permanecido oculta durante tres siglos. La Santa Emperatriz dejó la mayor parte de las reliquias en Jerusalén, pero llevó consigo a Roma tres fragmentos de la Vera Crux, el título de la condena, uno de los clavos y algunas espinas de la corona que sus verdugos impusieron a Jesús. También hizo trasladar una gran cantidad de tierra del Gólgota y las gradas de piedra de la escalera que el Señor recorrió cuatro veces el día de su pasión, para comparecer ante Pilatos en el Pretorio.”[2]

    Mas allá de los errores históricos y continuos anacronismos que el mismo autor manifiesta haber cometido y unificado con un fin estético y de entretenimiento, podemos observar diversos rasgos culturales no solo de Roma, sino que además encontramos rasgos y personajes de la misma Grecia y Troya. Se conjugan entonces en la obra dos historias, dos Helenas, una la futura madre del emperador Constantino y la otra Helena, la amante de Paris cuyo romance desatará la una de las guerras mas largas y duras de la historia entre griegos y troyanos, donde participarán Homero, Aquiles y Héctor.

    Encontramos además gran cantidad de situaciones de la vida cotidiana de los romanos, como las grandes y suntuosas fiestas compuestas de una enorme variedad de comida, los hombres pasando constantemente hacia el “vomitorium”, creo que la palabra se explica por si misma.

            Otro de los aspectos llamativos en los que hace hincapié el autor es en la cercana relación de Elena con el esclavo Marcias que, si bien es un personaje ficticio, personifica bastante bien a los esclavos, los cuales realizaban múltiples tareas y entre ellas existían algunas que consistían en el acompañamiento y servidumbre de las doncellas romanas. Se destaca, además la veracidad histórica en cuanto a lo que el autor trascribe como “podado convenientemente”. Recordemos que una de las características principales de los esclavos que desempeñaban dichas tareas, era de ser castrados o conocidos como “eunucos” y dicha práctica era común ya que se buscaba evitar las relaciones entre las damas y los esclavos de compañía.

            No podía faltar en una novela histórica sobre Roma, la presencia del ejército, sin lugar a dudas no se puede llamar “novela histórica” a una novela sobre Roma que no mencione al ejército o a los generales y su relación con la política, la organización social y territorial. Dado que es dicha institución uno de los principales pilares donde se sustentó la prosperidad romana y cuando éste decayó, lo hizo también el imperio. Y como tal, en la obra del autor se da un importante protagonismo del mismo, marcando la importancia desde el principio de la obra.

            Por último, encontramos dos factores culturales muy importantes que se condicen con la sociedad romana, y son el culto al emperador al cual lo llamarán constantemente como “el inmortal” y la religión aunque si bien sabemos que mas adelante con el reinado de Constantino se declara la libertad de culto, en los inicios del relato nos encontramos con una Elena joven, apenas una niña que va creciendo a medida que la obra se desarrolla, es decir que el culto romano todavía se mantiene.

       Conclusión

            Al realizar un pequeño análisis de la obra “Helena” de Evelyn Waugh, podemos conjeturar y observar que si bien, el autor toma a la emperatriz Elena como personaje principal e intenta contarnos una historia basada en sus convicciones, su conversión y su fe. Mostrando además gran variedad de aspectos culturales y sociales, en los cuales se fundamenta la sociedad romana de la época, no deja de ser una simple novela, cuya finalidad es la de entretener.

    El autor no da fundamentos históricos sólidos que respalden la veracidad de sus afirmaciones en cuanto a los sucesos históricos específicos. Si bien, como mencionamos anteriormente, tuvo en cuenta muchos aspectos de la vida cotidiana de la antigua Roma, no pudo demostrar la veracidad de los sucesos acontecidos en el período histórico en el cual se centra la obra.      

     La obra presenta una lectura agradable, ágil y entretenida para el lector pero debemos advertir una vez más que es simplemente eso, una novela, cuya finalidad es la de entretener y si bien el lector encontrará en ella muchos aspectos sociales y culturales, no sucederá lo mismos con los hechos históricos.   

        

   

Bibliografía

WAUGHT Evelyn. Helena. Ed. EDHASA. Año 2006.

Santa Elena. La emperatriz peregrina. https://es.catholic.net/op/articulos/56140/cat/1085/la-emperatriz-peregrina-.html#modal  [22 de noviembre 2020]



 

[1]WAUGHT Evelyn. Helena. Ed. EDHASA. Año 2006. Pág 3-4

[2]Santa Elena. La emperatriz peregrina. https://es.catholic.net/op/articulos/56140/cat/1085/la-emperatriz-peregrina-.html#modal  [22 de noviembre 2020] 




 

[1]WAUGHT Evelyn. Helena. Ed. EDHASA. Año 2006. Pág 3-4

[2]Santa Elena. La emperatriz peregrina. https://es.catholic.net/op/articulos/56140/cat/1085/la-emperatriz-peregrina-.html#modal  [22 de noviembre 2020]


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