Podemos situar la existencia histórica de San Agustín durante los albores de la decadencia del Imperio Romano (284 – 476). Estamos sin lugar a dudas en presencia de una realidad sumamente compleja, donde se deja ver una palpable inestabilidad política y social, el constante asedio de los pueblos bárbaros, sin olvidar la decadencia de uno de los pilares fundamentales del imperio, estamos hablando por supuesto al imperio, el cristianismo comienza a ganar cada vez más fuerza, sin embargo, no han cesado las persecuciónes todavía.
“Agustín de Hipona se había visto perturbado en sus más profundos sentimientos, los que le hacían ser romano -latino- de corazón, cuando en el año 410 conoció desde su diócesis africana la noticia de que Roma había sido saqueada por los pueblos llamados bárbaros que normalmente permanecían mas allá de las fronteras imperiales. El Norte de África se encontró con un alud de personas que huían de aquella ciudad capital que hasta aquel momento se había visto como inmortal, personas muchas de ellas de gran cultura, romanas de corazón como Agustín y cristianas de raíz, convertidas a aquella nueva fe universal que, desde Constantino, y especialmente desde Teodosio, se había identificado con la semilla de universalidad que también tenía el imperio en su corazón y que se había mantenido durante siglos y siglos.”[1]
Roma sin embargo se niega a caer, tal vez sus estructuras se tambalean, pero su espíritu, sigue en pie, las virtudes de Roma serán tomadas y exaltadas por Agustín en su maravillosa obra “Civitas Dei” (La Ciudad de Dios) donde nuestro querido santo nos presentará en ella los dos escenarios donde se ubican los bandos en la eterna batalla ya ganada por Jesucristo.
La maravillosa obra de San Agustín es un profundo análisis filosófico el cual puede sin dudas, aplicarse a todos los ámbitos de la vida. El pensamiento agustiniano sentará las bases del régimen político de la Cristiandad.
Influencia Filosófica
Para comprender de una manera más completa el pensamiento de San Agustín debemos observar el camino realizado por el querido santo a lo largo de su vida, empezando desde luego por sus inicios.
Durante sus primeros pasos, San Agustín se sumerge en las enseñanzas de Macrobio el cual pertenece a las escuelas muy cercanas a la filosofía helenística, en ella el entonces joven pero brillante Agustín recorrió un camino basado en la búsqueda de la felicidad, pero a su vez mientras se educaba y se desempeñaba en manejo de la retórica, persiste en él una continua búsqueda de la verdad, a lo que su maestro le dibujará a la misma como una construcción producto del hábil manejo de las palabras. El joven pupilo tomó esta respuesta como válida, pero aún así, la realidad le irá mostrando que la verdad no depende de las palabras o del hábil manejo de las mismas, sino de una objetividad palpable y visible a los ojos de la razón.
San Agustín, comenzará poco a poco a distanciarse de los postulados naturalistas, pero todavía no adoptará los principios y fundamentos cristianos sino hasta su conversión después de escuchar, debatir y meditar las palabras del entonces obispo de Milán San Ambrosio, sumado también a los duros golpes de una vida licenciosa y pérdidas familiares.
Mas adelante ya una vez abrazado a la fe en nuestro Señor Jesucristo, San Agustín postulará que la felicidad solo puede ser encontrada si el Hombre se abandona a la voluntad y providencia divina, logrando que su ama logre un permanente ascenso hacia Dios. Encontramos por lo tanto una íntima conexión con la filosofía platónica, ya que su filosofía recae en un punto específico: Su teología está unida al problema del hombre, para San Agustín el filósofo es el hombre que se encuentra en continua búsqueda de la verdad partiendo de su propia suerte, para así poder transcender hasta Dios quien, encontrándose en lo más íntimo del alma, desborda su contingencia. Encontramos en estas líneas la depuración que realiza San Agustín a las ideas del discípulo de Sócrates.
Otro de los puntos centrales a tener en cuenta para comprender la influencias en el pensamiento agustiniano reside en sus inicios en una secta denominada “maniqueísmo”
“El maniqueísmo fue una religión fundada por el persa Manes en la segunda mitad del siglo III. Aparentaba ser la verdadera síntesis de todos los sistemas religiosos conocidos hasta entonces, y en realidad consistía en dualismo zoroástrico, el folclore de Babilonia, la ética budista y algunas pequeñas y superficiales adiciones de elementos cristianos. Dado que la teoría de los dos principios eternos, el bien y el mal, es predominante en esta fusión de ideas y da color al conjunto, el maniqueísmo se clasifica como una forma de dualismo religioso. Se extendió con extraordinaria rapidez tanto en Oriente como en Occidente y mantuvo una existencia esporádica e intermitente en Occidente (África, España, Francia, el norte de Italia, los Balcanes) durante mil años, pero floreció principalmente en la tierra de su nacimiento, (Mesopotamia, Babilonia, Turquestán) e incluso más al este en el norte de la India, China occidental y el Tíbet, donde cerca del año 1000 d.C., la mayor parte de la población profesaba sus principios y donde se extinguió en una fecha incierta.”[2]
Como observamos en la cita anterior, los maniqueos creían firmemente en la existencia de dos sustancias opuestas, una buena (la luz) y otra mala (las tinieblas) las cuales eran eternas e irreductibles. Esto permanece aún en nuestros días en muchas religiones del mundo. El maniqueo sostenía además que no se puede culpar al hombre o a la naturaleza por sus acciones ya que simplemente responden a las leyes antes mencionadas.
San Agustín tenía una particular preferencia e inquietud acerca de dicho dualismo y buscaba una respuesta concreta sobre la relación entre el mal y las pasiones. Mientras se encontraba inmerso en las aguas del océano maniqueo, se abrieron innumerables puertas para el futuro santo, los cuales le llevaron a relacionarse directamente con gente sumamente influyente en el poder político. Sin embargo, su corazón permanecía inquieto, su inteligencia aguda buscaba una luz que le ayudase a comprender la causa de sus dudas.
“El objeto último de toda vida maniquea era liberar la luz-substancia de la contaminación de la materia. Los que se dedicaban enteramente a este trabajo eran los "elegidos" o los "perfectos", los Primates Manichaeorum; aquellos que por la fragilidad humana se sentían incapaces de abstenerse de todos los placeres mundanos, aunque aceptaban los principios maniqueos, eran "los oyentes", auditores o catecúmenos.”[3]
San Agustín permaneció fiel a esta religión por un periodo estimado de diez a once años durante los cuales fue colmado de atenciones y beneficios de parte de la alta jerarquía maniquea, Aunque no se inició en la obtención de cargos jerárquicos en dicha religión debido a su relación amorosa con una antigua sirvienta.
A partir del año 379, Agustín se distanció definitivamente de los seguidores de Mane o más comúnmente conocido como Mani. Esta separación paulatina producto del lento pero profundo razonamiento de sus postulados y también a los constantes debates con San Ambrosio, pero fundamentalmente a los años de su devota madre Santa Mónica.
En el año 384 d.C. San Agustín se trasladará a la ciudad de Milán, lugar donde se ubicaba la sede del emperador Valentiniano. Durante su estadía centrará sus estudios sobre los escritos de los pensadores clásicos y fundamentalmente en la rama neoplatónica.
“La lectura de los neoplatónicos, debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción de la esencia divina y de la naturaleza del mal; igualmente decisivo en la nueva orientación de su pensamiento serían los sermones de San Ambrosio, arzobispo de Milán, que partía de Plotino para demostrar los dogmas y a quien San Agustín escuchaba con delectación. A partir de la idea de que «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada», San Agustín comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia. En 387 se hizo bautizar por San Ambrosio y se consagró definitivamente al servicio de Dios.”[4]
Analizando la vida y el recorrido filosófico y espiritual de San Agustín, partiendo de sus inicios en la filosofía helenística, su paso por el maniqueísmo, la lectura de los grandes autores clásicos y finalmente su conversión podemos apreciar una evolución concreta y contundente.
Podríamos establecer una estrecha relación con lo leído en el módulo I en base a los conceptos referentes a la concepción de Hombre y su relación con respecto a la cultura la cual nos liga directamente con lo divino ya que desde lo más profundo de nuestro ser brota la necesidad de conectar con Dios quien crea al Hombre a su imagen y semejanza, es un padre providente y omnipotente.
El nacimiento, vida, predicación, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo se sitúa históricamente entre los reinados de los emperadores Octavio Augusto (27 a. C. 14 d. C.), y Tiberio (14 d.C.- 37 d.C). Con la intervención de Cristo en la historia, se da cumplimiento a todo lo anunciado por los profetas en la tradición de la fe judía. Sin embargo, su mismo pueblo lo rechazó y todavía en nuestros días siguen esperando al mesías prometido, pero sus ojos se niegan a aceptar que el mismo ya llegó hace mas de 2000 años.
Cristo es la Piedra angular de la nuestra fe, por medio de su muerte y resurrección el ser humano es salvado, porque Cristo a pagado la deuda infinita que la humanidad tenía para con Dios producto del pecado original.
Influencia en la Filosfía Cristiana
San Agustín es un punto fundamental en la base de la filosofía cristiana, por medio de su obra la filosofía cristiana alcanzará un nivel y profundidad extraordinario a igual que la teología y será parte fundamental para la base del pensamiento occidental.
“La vocación de San Agustín, (su misión), consistió en recoger, coordinar, asimilar y transmitir dos culturas, la grecorromana y la judeocristiana. Lo realizó tan perfectamente, que se constituyó en el genio de Europa en su época. Marcó un antes y un después con una nueva ruta al pensamiento y su influjo en la espiritualidad cristiana ha sido notable.”[5]
San Agustín no solo logró realizar un maravilloso estudio y recopilación de datos históricos, culturales y sociales para luego asimilarlos perfectamente en su pensamiento filosófico; sino que también se convirtió en el primer filósofo que por medio de esta realizó una impecable adecuación teologal en relación a la existencia, la manifestación y reconocimiento de la verdad y el bien.
“Hombre de una sola pieza, unificó su vida, sus obras y sus intenciones en un sistema vivo y dialéctico, a veces implícito. Teoría y práctica son en él dos formas de una sola postura, si bien es exagerado decir que sus teorías son generalizadoras de sus experiencias. Cada tesis tiene valor desde su fundamento, pero el fundamento florece en cada tesis. Su obra podría definirse como antropología teológica, y, en este sentido, podría hablarse de un humanismo cristiano: la condición humana es su punto de partida, incluso para demostrar la existencia de Dios.”[6]
La obra tanto filosófica como personal de San Agustín se convirtió en un faro de luz para las futuras generaciones, en la colección de sus escritos puede encontrarse una sistematización completa de la doctrina cristiana. Los tiempos postrimeros caracterizados por profundas crisis religiosas y teológicas encontrarán en el Santo de Hipona una fuente inagotable de rectitud doctrinal en la cual basarse para sustentar las correcciones a los futuros herejes.
San Agustín integra en conjunto con Santo Tomas de Aquino y muchos santos intelectuales el grupo conocido como “Doctores de la Iglesia” siendo estos dos, los más importantes filósofos cristianos, a ellos le debemos fundamentalmente la sistematización, estructuración y aportes filosóficos de la doctrina católica.
Conclusión
San Agustín es uno de los pensadores más trascendentales de la historia y fundamentalmente de la historia de la Iglesia. Pero sobre todo en él podemos observar un claro ejemplo de superación, el santo de Hipona nos deja una lección inolvidable: Todo hombre por mas sumergido que se encuentre en los mares del pecado y del vicio, puede salvarse y contribuir al magnifico plan divino de Dios, si se deja amar por Él.
Uno de los versos más hermosos escritos por el Santo de Hipona nos deja ver su lamento a nosotros mismos. Cuantas veces al leerlo decimos con San Agustin a nuestro Señor “Tarde te amé”
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti, no existirían.
Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.
Agustín de Hipona
Las Confesiones
Bibliografía
BITLLOCH TORRA Joan. La doctrina de las dos ciudades en Agustín de Hipona. Ateneu Universitari Sant Pacià, España. Revista interamericana de investigación, educación y pedagogía, vol. 12, núm. 1, 2019. Universidad Santo Tomás
CIRELLUELO Lope. Vida y Obra de San Agustín. http://es.catholic.net/op/articulos/25611/vida-y-obra-de-san-agustn.html#modal [23 de octubre 2020]
Enciclopedia Católica. Maniqueísmo. https://ec.aciprensa.com/wiki/Manique%C3%ADsmo [23 de octubre 2020]
https://www.cadenanueve.com/2019/08/28/los-catolicos-recuerdan-a-uno-de-los-mas-grandes-genios-de-la-humanidad/ [23 de octubre 2020]
ORTUÑO ARREGUI Manuel. San Agustín. Universidad Nacional de Guinea. Año 2015.
[1] BITLLOCH TORRA Joan. La doctrina de las dos ciudades en Agustín de Hipona. Ateneu Cuniversitari Sant Paciá. España. Revista interamericana de investigación y pedagogía. vol 12. núm 1, 2019. Univercidad Santo Tomás.
[2]Enciclopedia Católica. Maniqueísmo. https://ec.aciprensa.com/wiki/Manique%C3%ADsmo
[23 de octubre 2020]
[3]Ibidem.
Opc. Cit. [23 de octubre 2020]
[4]https://www.cadenanueve.com/2019/08/28/los-catolicos-recuerdan-a-uno-de-los-mas-grandes-genios-de-la-humanidad/ [23 de octubre 2020]
[5]CIRELLUELO Lope. Vida y Obra de San
Agustín. http://es.catholic.net/op/articulos/25611/vida-y-obra-de-san-agustn.html#modal [23 de octubre 2020]
[6]ORTUÑO
ARREGUI Manuel. San Agustín. Universidad Nacional de Guinea. Año 2015. Pág 75
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