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El Cristianismo y el proceso de Inculturación

 




Por: Lic. Sergio D´Onofrio

Cuando nos referimos a el proceso de inculturación, estamos hablando de un proceso donde se integra una cultura en otra, es decir la penetración de la cultura católica en las culturas preexistentes. Este proceso lógicamente no se llevó de un momento a otro. Sino todo lo contrario, los apóstoles aprovecharon las creencias de los griegos y romanos para poder llevar adelante la evangelización. La famosa “Sémina Verbi”  (las semillas del Verbo) no son otra mas que aquellos vestigios de los primeros recuerdos de nuestros primeros padres antes de la caída producto del pecado original.  

En el caso de los apóstoles como San Pablo, aprovechó el altar del areópago donde se rendía culto a un Dios desconocido y es allí donde comienza su anuncio sobre Dios, así mismo aprovecharon la creencia de las relaciones entre los dioses y los Hombres para explicar el virginal nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Esto será una constante en la tarea evangelizadora, ya que tanto los primeros evangelizadores como las futuras órdenes misioneras se dieron a la heroica tarea de integrarse en las diferentes culturas para por medio de esta convivencia, conocer las lenguas, costumbres y tradiciones para poder evangelizar. El caso de América es el claro ejemplo de esto, donde, según Messori “los misioneros lo hicieron con tal vigor que le dieron forma escrita, dieron sintaxis, gramática y traducción al idioma”[1]   

El proceso de inculturación y expansión del cristianismo supuso además no solo el testimonio verbal, sino también que se logró gracias al sacrificio de infinidad de mártires que dieron testimonio con su misma sangre, dando la vida en defensa de la realeza y divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Esto no pasó desapercibido para los paganos, ya que muchos miraban estupefactos como aquellos recibían gustosos el sufrimiento producido por el suplicio de aberrantes torturas en nombre de un Dios que les prometía la vida eterna. Hasta el día de hoy la sangre de aquellos primeros mártires y los actuales sigue moviendo los corazones y las conciencias de aquellos para quienes Jesucristo no es más que ”otro hombre, hijo de un carpintero que vivió en un tiempo determinado y murió en una cruz”. Lógicamente los cristianos sabemos quien es Jesucristo, el Hijo de Dios Padre, quien murió y resucito para reestablecer la salvación eterna para todo el género humano.

 Observando esto podemos decir sin temor a equivocarnos que “El proceso de inculturación de la fe a lo largo de la historia de la Iglesia no ha sido un camino recto, o por lo menos sin fisuras o matices; al revés, ha sido un camino difícil y, muchas veces, con posturas contrapuestas.”[2]

Es menester recordar además los inicios del cristianismo como la evolución y perfección de la “antigua alianza” realizada entre Dios y el pueblo judío. Cristo ya había sido anunciado a la humanidad como redentor desde el Génesis y transmitido desde las sagradas escrituras y proclamado por medio de la boca de los profetas al pueblo elegido desde la liberación del mismo de la esclavitud de las garras de Egipto.

Ya desde el reinado de Herodes, el Grande, en tiempos del reinado de Octavio Augusto (27 a.C-14 d.C.) donde los magos de Oriente se presentaron ante Herodes para consultar sobre el paradero del recién nacido rey y salvador de Israel. Consultando las Sagradas Escrituras comprobaron que el mismo debía de nacer en la ciudad de Belén.

Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño."[3]

Es decir, qué si buscamos los orígenes del cristianismo, debemos necesariamente remontarnos a los inicios de los tiempos y sumergirnos esencialmente en la cultura judaíca.

"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento."[4]

Pero si el cristianismo comparte gran parte de su estructura con el judaísmo ¿Por qué se produce la tajante separación? La respuesta es muy sencilla, la soberbia negativa del pueblo judío de no reconocer a Jesucristo el mesías prometido y en cambio el seguir esperando a un líder cuyo reino es de carácter meramente político motivó la ruptura entre el judaísmo y la buena nueva que es el cristianismo. El pueblo judío dejó de ser el pueblo elegido en el momento que rechazó al salvador.   

La separación entre cristianos y judíos no fue de un día para otro pues muchos neo-conversos al cristianismo seguían creyendo en que primero debían adoptar la creencia judía para luego poder abrazar el cristianismo. Esto motivó mucha confusión en la población. De hecho también se produce un serio conflicto entre San Pedro como cabeza de los apóstoles y San Pablo donde éste último le reprocha a San Pedro su actitud ambigua ante judíos y cristianos. Este suceso se conoce en la historia de la Iglesia como “El incidente de Antioquía”  

Con el Concilio de Jerusalén (50 d.C.) se deja en claro las exigencias necesarias para aquellos que deseen convertirse al cristianismo (bautismo, creencia y aceptación de Jesucristo como Salvador e hijo de Dios) y se descarta definitivamente la obligatoriedad de las prácticas judías tales como la circuncisión etc.  

El mayor esplendor y florecimiento del cristianismo se produce en la llamada época de la Cristiandad (476 d.C-1492) donde los principios cristianos penetraron en todos los ordenes de la vida cotidiana de la población, es allí donde se produce el apogeo de las ciencias, la filosofía, la escolástica tomista. Es aquí donde florece la Europa cristiana que será estandarte de cristianismo para el mundo. Esta Europa será la que enfrentará acerinamente la expansión de la herejía islámica y se lanzará a la recuperación de las tierras santas por medio de las cruzadas.    

El 12 de octubre de 1492 se produce un echo trascendental para la historia de la humanidad y para la expansión de la doctrina de Cristo. Con el descubrimiento de América se llevó a cabo por parte de España, un proceso de evangelización sin precedentes. Los reyes católicos se ocuparon exhaustivamente de procurar la recta formación de los sacerdotes y misioneros que partirían hacia el nuevo mundo recordando siempre las palabras de nuestro Señor Jesucristo.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”[5]

La obra de los reyes católicos fue heredada por Carlos V, nieto de los reyes católicos y particularmente en España y ocupándose en especial de la expansión del cristianismo en América, será Felipe II quien controlará por medio de diversos edictos y cédulas la calidad de los formadores que viajarán al nuevo mundo.

“rogamos y encargamos a los arzobispos de nuestras Indias que a ningún religioso permitan entrar a ejercer oficios de cura ni doctrinero sin ser primero examinado y aprobado por los prelados diocesanos o las personas que para este efecto nombraren, así en cuanto a la suficiencia, como en la lengua de los indios a que se han de doctrinar y administrar los satos oficios”[6]

            La evangelización permitió la conversión masiva de los indígenas al cristianismo. Sin embargo, no en todos los lugares los indios respondieron de la misma manera, por tanto, los estímulos materiales y espirituales debieron adaptarse y la población específica, por esta razón se observó mayor rapidez en unos lugares más que en otros. Según distintos indicios se observa que la cristianización de los indígenas fue más rápida en México y Perú, por el contrario, presentó más lentitud en algunas zonas periféricas.

Llegando a mediados de la segunda mitad del siglo XX con la celebración del Concilio Vaticano II si bien por un lado se produce una profunda reforma en muchos ámbitos y celebración de la liturgia y vida cristiana, se observó sin lugar a dudas una división de posturas muy marcada, pues florecieron el lefebvrismo como una respuesta al relajamiento doctrinal profesado por el progresismo católico naciente de este mismo concilio, y en el justo medio se encuentra la tercer postura que si bien adopta algunas decisiones impartidas por el concilio como por ejemplo la celebración de la misa en el idioma del país, siente un rechazo al relajamiento progresista.

   Esto es sin embargo una constante lucha por lograr una recta evangelización de los pueblos para guiarlos a la salvación. La Iglesia Católica lleva constantemente la pesada y costosa tarea de llevar el mensaje salvífico del Cristianismo a las demás culturas de la fas de la tierra y recurre constantemente a este método de inculturación para poder lograrlo.

                                

Bibliografía

Cayetano Bruno “Acción Benéfica de España en las Indias” , Edición Didascalia,  1992

Inculturalidad de la Fe. http://florestudiantedereligion.blogspot.com/2014/05/inculturacion-de-la-fe_27.html   [1 de Octubre de 2020 ]   

Mateo 5.  Biblia de Jerusalén.  

Mateo 28:19-20. Biblia de Jerusalén

Messori “Las Verdades robadas” pág. 37

Miqueas 5.1. Biblia de Jerusalén.  



[1] Messori “Las Verdades robadas” pág. 37

[2]Inculturalidad de la Fe. http://florestudiantedereligion.blogspot.com/2014/05/inculturacion-de-la-fe_27.html   [1 de Octubre de 2020 ]   

[3]Miqueas 5.1. Biblia de Jerusalén.  

[4]Mateo 5.  Biblia de Jerusalén.  

[5]Mateo 28:19-20. Biblia de Jerusalén

[6]Cayetano Bruno “Acción Benéfica de España en las Indias” , Edición Didascalia,  1992, p.99.

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