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La Herejía Protestante y el Magisterio de la Iglesia Católica

 Por: Lic. Sergio D´Onofrio

CONCILIO DE TRENTO: ¿Qué es?, Ideas Principales, Acuerdos y más.

            Para comprender el impacto de las ideas luteranas en la sociedad de la edad moderna y poder comprender como se logra la expansión y consolidación del catolicismo, debemos partir de los errores postulados por el protestantismo, los cuales sembraron graves confusiones entre la sociedad, atrayendo a infinidad de almas hacia el error y alejándolos de la Iglesia de Cristo.  Pero antes es menester dejar en claro algunos términos como lo es el significado de herejías para dilucidar así porque a Martín Lutero y por ende a sus seguidores incluyendo a los de la actualidad, el magisterio de la Iglesia los denomina herejes.

            El artículo 751 del Código de Derecho Canónico define la herejía de la siguiente manera:

Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos.”[1]

            Como podemos observar en la cita mencionada, el código de derecho canónico define de manera clara y contundente la herejía y al mismo tiempo establece la diferencia entre ésta y la apostasía. En simples palabras el heresiarca o iniciador de la herejía, es aquel que niega uno o mas dogmas de fe pertenecientes a la religión católica a la cual pertenece, mientras que el apóstata es aquel que en un principio formaba parte de la Iglesia de Cristo, reniega de su fe, de la jerarquía eclesial y se aparta de ella. La situación de Martín Lutero es un caso particular pues no solo negó gran cantidad de dogmas y sacramentos, sino que también se apartó de la esfera eclesial dejando sus votos religiosos (recordemos que Lutero era un monje agustino) por ende no solo fue un hereje, sino que también le cabe el apelativo de apóstata.

            Los planteamientos de Lutero se centran en seis postulados bien definidos. Al momento de analizar los lineamientos luteranos, tendremos como base el análisis que de ellos realiza el padre Alfredo Saenz, donde por medio de éste, podremos comprenderlos mejor

 

1.La Inquina a la razón: Estableciendo la separación entre la naturaleza propia del Hombre como ser dotado de razón y la fe.  Lutero postula que la razón no es otra cosa que un elemento cuya finalidad solo nos permite desenvolvernos en el mundo terrenal ya que en el mundo espiritual no puede ser razonado. A tal punto llega su odio a la razón, que él mismo postulará en sus escritos un odio acérrimo hacia Aristóteles y Santo Tomás.

El padre Saenz nos presenta el pensamiento de Lutero a través de los escritos de éste.

“La razón razón es la grandísima p. del diablo, por su esencia y manera de ser, es la p. dañina, es una prostituta, la p. atentada del diablo, una p. comida por la sarna y la lepra que debería ser pisoteada y destruida, ella y su sabiduría […] Echarle basura a la cara para afearla, debería ser ahogada en el bautismo […] la abominable merecería que la relegaran al mas sucio lugar de la casa, a las letrinas”[2]       

Podríamos decir que Lutero no se guardaba nada, a riesgo de cometer un anacronismo me atrevo a decir que su forma verborrágica de expresarse es idéntica a la de un personaje muy famoso y despreciable de nuestra historia argentina, al quienes muchos denominan “padre del aula”.  

 

           

2.El pecado Invencible: Siguiendo la escolástica de Santo Tomás sabemos que el ser humano después de haber caído producto del pecado original, está herido en su naturaleza, y es esta herida lo que lo predispone constantemente a compadecer ante el pecado. Pero el pecado del Hombre es perdonado por Dios por medio del sacramento de la confesión, la cual requiere un sincero arrepentimiento por parte de la persona y la enmienda de no volver a caer.

            Para Lutero el Hombre es incapaz de mantenerse en gracia ya que producto de la caída, no tiene las fuerzas para sobreponerse y como tal tampoco requiere de la confesión ya que el sacerdote no es más que un hombre de carne y hueso como él, por lo tanto, también es un pecador más. Lutero se basará en un escrito del Apóstol San Pablo que declara “El justo vive por la fe”, por lo tanto, según Martín Lutero, no es necesaria ni la confesión de los pecados ni mucho menos las obras buenas, ya que solo basta el hecho de creerse salvo.

 

3.Mis pecados los asume Cristo: Este postulado es muy sencillo y va de la mano con el anterior enunciado. Cristo al morir por mis pecados y los pecados del mundo, pagó la deuda que la humanidad tenía para con Dios y por medio de su muerte y resurrección nos hace llegar la salvación. Al aplicarlo a la mentalidad de Lutero esto se traduce en la justificación de los pecados sin necesidad de confesarlos ya que es Cristo quien carga con ellos.

 

4.Justificación por la fe y no por las obras:  Lutero postula un total desprecio por las obras humanas, ya que en su razonamiento las obras del ser humano están totalmente corrompidas por el pecado, por ende, es imposible que éstas puedan ser buenas ya que constantemente el ser humano está en pecado mortal. ¿Cuál es entonces la solución que da el fraile? El sacrificio mismo de Cristo limpia los pecados de la humanidad librándolos de la culpa permaneciendo “justos” ante la mirada de Dios.

   

            5.La libre interpretación de la escritura: Los católicos sostenemos que las sagradas escrituras son la palabra misma de Dios, pero a su vez Dios nos ha dejado su enseñanza a través de la Tradición, es decir que las fuentes de revelación son la Sagrada Escritura y la Tradición, ambas custodiadas y enseñadas por medio del Magisterio de la Iglesia. La discrepancia de los luteranos y por lo tanto también de los actuales protestantes, radica en el considerar a la Sagrada escritura como la “única y verdadera fuente de sabiduría divina y que el Espíritu Santo lo guiará”[3].

            En base a esta afirmación, si solo basta con la biblia que para el protestantismo es única fuente de verdad, cuya interpretación depende solamente de la persona, si seguimos su lógica recaemos en que no tiene razón de ser la jerarquía eclesial ya que para Lutero la interpretación que pueda hacer la Iglesia no es superior a la de cualquier otro hombre.  

 

            6.Los sacramentos recortados: Como cristianos católicos entendemos que los sacramentos son los medios que nos permiten volver a reconciliarnos con Dios como es en el caso de la confesión, y son también signos sensibles por medio de los cuales nos hacemos hijos de Dios.

Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero como signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por esto se llaman sacramentos de la fe. Confieren ciertamente la gracia, pero también la celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir con fruto la misma gracia, rendir el culto a Dios y practicar la caridad.”[4]

Para Lutero sin embargo serán solo tres los que serán tenidos en cuenta ya que, según su parecer, los otros cuatro no se encuentran expresados en la biblia. Los tres sacramentos válidos para Lutero serán; el Bautismo, la Eucaristía, pero “ya no como sacrificio de la misa sino como una mera promesa de perdón por nuestros pecados[5] y por último erradica la confesión, pero la sustituye por la penitencia “como un impulso hacia Dios”[6]

 

            Habiendo ya expuesto brevemente los postulados del pensamiento luterano, procederemos a continuación a exponer como impactaron las ideas protestantes en las maneras en que se expande y consolida el catolicismo en la edad moderna.

            Primero y principal debemos situarnos en el contexto histórico. Recordemos que, esta nueva herejía marcó no solo una ruptura con la Iglesia Católica, sino que también estaba llevando a muchos gobernantes, sobre todo los miembros de la nobleza alemana, a que observaran en ella una oportunidad para desligarse de la estrecha vigilancia de Roma.   

            Los errores de Lutero comenzaban a expandirse muy rápidamente por los territorios europeos atrayendo cada vez más adeptos, se requería urgentemente realizar una contraofensiva para reafirmar supremacía de la única Iglesia fundada por Cristo. Para ello se decidió convocar a un concilio, el cual se celebró en la ciudad de Trento en 1545.

“La Reforma protestante llegó a revelar en toda su amplitud la profundidad de esta crisis de la vida religiosa y la necesidad de responder a las exigencias del cambio. También el avance rápido del protestantismo y el alejamiento en masa de la Iglesia Romana exigían una solución urgente y eficaz. Tradicionalmente, la convocatoria de un concilio es el último recurso de que la Iglesia se vale para afrontar un momento crítico, oponerse a las herejías en expansión o vencer las resistencias más tenaces a la reforma. Así no es de sorprender que la idea de celebrar un concilio ecuménico haya tomado cuerpo muy temprano, ya en la década de 1530, tanto en los círculos eclesiásticos como en los seculares. A pesar de los fracasos de los intentos anteriores, para los hombres de aquella época, el concilio seguía siendo el único medio para ayudar a la Iglesia, sanar la crisis y lograr salvar la unidad de la cristiandad.”[7]

            La situación era muy complicada, los seguidores de Lutero estaban ganando cada vez mas terreno en el continente europeo y la Iglesia se encontraba en una crisis de índole doctrinal y disciplinar. El concilio debió celebrarse en tres fases (1545-1547, 1551-1552 y 1562-1563) dadas diferentes cuestiones tanto políticas como organizativas, y conllevó además a adoptar una postura mas firme y radical en búsqueda de  “detener el avance protestante, de conservar en su fe a los que se habían mantenido irreductiblemente católicos en el período de mayores turbulencias religiosas, y de proveerse de las armas necesarias, a saber, la clarificación del cuerpo doctrinal católico en oposición al protestante y la reforma disciplinar de toda la organización eclesiástica”[8]

Como podemos apreciar, era imposible el concebir un diálogo y unión entre la Iglesia y el protestantismo, por ende, fue vital que la Iglesia romana se preocupara por acentuar los dogmas y postulados que constituyen la estructura central del catolicismo. Entre ellas la defensa de jerarquización de la Iglesia, cuya cabeza terrenal es el Papa como sucesor de Pedro, la reafirmación de los dogmas como la salvación del Hombre no solo por la fe sino también por las buenas obras, la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la veneración hacia la Santísima Virgen y a los Santos, la aprobación de la veneración a las imágenes  de los mismos, la interpretación de las Sagradas Escrituras sería reservada a la Iglesia Católica, se tomaron medidas organizativas y administrativas como un mayor control para evitar la acumulación de cargos en la jerarquía eclesial, creación de seminarios diocesanos, los obispos deberán habitar en su diócesis y vivir modestamente, se crearán archivos parroquiales, y fundamentalmente también se hará hincapié en la disciplina moral para con los religiosos.

Las reformas del concilio no fueron fáciles de llevar a la práctica y lógicamente, no fueron acatadas por los protestantes, quienes se obstinaban en su error como un niño caprichoso que se empeña en resistirse a la corrección de sus padres.

“¿Por qué, en cambio, encaminan todos sus esfuerzos en enderezar opiniones, la mayoría de los cuales están relacionadas con detalles tan sutiles que exceden la capacidad de comprensión de la gente común? ¿Por qué se empeñan en introducir ceremonias banales? ¿Cuáles de los puntos que discuten sobre esas cosas son verdaderos, cuales son culpables de cisma o herejía, los que salen vencedores o los que sucumben?” [9]

 

El concilio de Trento no solo se ocupo de acentuar la moral y la organización de la Iglesia de Cristo, si no que también, desmintiendo los errores desperdigados por Lutero y sus seguidores, realizó una clarificación y defensa doctrinal sin precedentes. Pero quedaba todavía un problema mayúsculo, la herejía luterana se esparcía como un río en una llanura, ganando cada vez más adeptos, sobre todo en países como Inglaterra, Alemania, etc. Las ideas de Lutero motivaron una revitalización de la función misionera de la Iglesia ordenada por el mismo Cristo “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19-20) Por lo tanto, se observó una retracción de los monasterios contemplativos y en contrapartida, un vertiginante aumento de las órdenes misioneras, las cuales se ocuparán de llevar la luz del evangelio a los sitios más recónditos para suministrar el antídoto del veneno herético.

“Los misioneros postridentinos encontraron pronto una vocación especial por los pobres del campo, "descubiertos" aun en las regiones más recónditas de Europa y para cuya atención fueron desarrollando nuevos métodos pastorales.”[10]

            Las órdenes misioneras desplegaron una profunda tarea de evangelización, pero debieron adoptar distintos métodos para evangelizar a los habitantes de los distintos pueblos, desde Vía Crucis, hasta la predicación en los diferentes puntos de reunión, compitiendo incluso con los nuevos misioneros protestantes quienes además de desperdigar los errores teológicos, demandaban a la Iglesia de Cristo el reconocer la supuesta validez de esta doctrina y enarbolando la bandera de “tolerancia” sin reconocer la supremacía y veracidad del catolicismo, apelando a la elección de culto.

“Ruego que se tenga en cuenta, por favor, lo grandes que han sido desde el principio los desacuerdos entre los que pretenden que los conductores de la Iglesia sido instituidos por Cristo y que su poder debe ser transmitido por sucesión. Esta lucha nos ofrece necesariamente la libertad de elegir, ósea deja a cada uno el derecho de entrar a la iglesia que prefiera”[11] 

            El argumento protestante basado en la libertad de elección del Hombre, si bien es válido, sigue constantemente apelando a la aceptación de un error doctrinal. La religión Católica Apostólica Romana es la única y verdadera, fundada por Cristo quien dio a Pedro la misión de ser cabeza de su iglesia hasta que Él regrese al final de los tiempos. No existe otra iglesia, no existe culto que haya sido más atacada, incluso desde su interior, pero que aún así siga de pie pues “Las puertas del infierno no prevalecerán frente a ella” (Mateo 6:18).

 

                      

Bibliografía

Código de Derecho Canónico. Sección II (11a. ed.). Madrid. Biblioteca de autores cristianos. Año 1991

JOSEP María. La religión de los pobres. Europa en los siglos XVI-XIX y la formación del catolicismo moderno. Hispania Sacra, 1994, vol. 46, no 94

LOCKE, John, Carta sobre la tolerancia, Buenos Aires: Gradifco, 2007.

Los siete sacramentos. https://es.catholic.net/op/articulos/13316/cat/540/los-siete-sacramentos.html#modal [6 de septiembre 2020]

SAENZ Alfredo. La nave y las tempestades. La Reforma Protestante. Ed Gladius. Año 2005

TANACS. Erika. El concilio de Trento e Hiberoamerica: la problemática de su falta de representación Fronteras de la Historia, núm. 7, anual, 2002



[1]Código de Derecho Canónico. Sección II (11a. ed.). Madrid. Biblioteca de autores cristianos. Año 1991


[2] SAENZ Alfredo. La nave y las tempestades. La Reforma Protestante. Ed Gladius. Año 2005. Pág 161

[3] SAENZ Alfredo. La nave y las tempestades. La Reforma Protestante. Ed Gladius. Año 2005. Pág. 173

[5] SAENZ Alfredo. La nave y las tempestades. La Reforma Protestante. Ed Gladius. Año 2005. Pág.177

[6] Ibidem. Opc. Cit. Pág 176

[7] TANACS. Erika. El concilio de Trento e Hiberoamerica: la problemática de su falta de representación Fronteras de la Historia, núm. 7, anual, 2002

[8] Ibidem. Opc.Cit. pág. 126.

[9] LOCKE, John, Carta sobre la tolerancia, Buenos Aires: Gradifco, 2007. Pág 21

[10] JOSEP María. La religión de los pobres. Europa en los siglos XVI-XIX y la formación del catolicismo moderno. Hispania Sacra, 1994, vol. 46, no 94, p. 196-

[11] LOCKE, John, Carta sobre la tolerancia, Buenos Aires: Gradifco, 2007. Pág 29,30

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