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Domingo Faustino Sarmiento El Gran Maestre (FRAGMENTO DEL LIBRO "EL REVISIONISTA". AUTOR: SERGIO D'ONOFRIO" Pág 9-15 )

Sarmiento es uno de los personajes más controverciales de la historia de la República Argentina. Sobre su persona se elevan enormes laureles (implantados por la historia Mitrista y novelera) que lo muestran como un hombre ejemplar, el famoso "Padre del aula". Analizaremos en profundidad su pensamiento e intentaremos develar algunos los mitos y falsedades de la historia.

 

    Domingo Faustino Sarmiento es uno de los principales beneficiados de la falsificación histórica que lo ha colocado en un sitio de prestigio y gloria que no le corresponde, afirmamos esto ya que su forma de proceder y carencia de virtudes propias de un prócer quedan de manifiesto durante toda su vida.

La visión oficial de la  historia afirma que Sarmiento fomentó la educación como un elemento vital para el Estado y una sociedad bajo su típica frase “Hay que educar al soberano” pero esto es una verdad parcial. ¿Quién era el soberano para Sarmiento? Y fundamentalmente ¿Qué y cómo enseñar?

 

    Domingo F. Sarmiento odiaba la tradición Hispano-Católica que heredamos de España, por lo tanto, a su ver, era necesario “erradicarla de raíz”. Para ello las pocas escuelas fundó debían tener maestros extranjeros, de preferencia Estadounidenses o Ingleses cuya función sería limpiar la mente de los niños. (Habría que ver que tanto éxito pudo haber tenido hablándoles en inglés a los alumnos). 

    Debemos tener en cuenta la supuesta abrumadora cantidad de edificios escolares de sarmiento en una población hasta entonces minoritaria para la época.

 

“En Buenos Aires solo logré fundar dos escuelas”
(Carta de Domingo Faustino Sarmiento a M. Mann, 15/5/1866)

 

    He aquí la primer contradicción histórica, la historia mitrista estipula que Sarmiento crea la Escuela Normal en todo el país pero el mismo artífice confiesa que solo se fundan dos. 

 

    “Mientras tanto no se intenta nada. En la única escuela normal de varones el 95% son ineptos; el 30% debió ser expulsado, y el resto solo concurre por el aliciente del viático con que se premia su asistencia a clase. De las dos escuelas normales de mujeres se debió suprimir una.”
(Domingo Faustino Sarmiento, Informe de 1878)

 

    El alumnado debía ser perfecto para él, debería ser un alumno inteligente, capaz de responder coherentemente a las exigencias de la educación de la época y mostrar gran capacidad para asimilar esta nueva filosofía de vida acorde al “Progreso” para dejar atrás todo lo arcaico de esta sociedad.   Pero al parecer no cumplían con tales expectativas.

 

    Un dato de color es que por lógica los adultos deben ser siempre el modelo a seguir para los jóvenes demostrándoles como un hombre hecho y derecho debe comportarse en una sociedad. Una persona como Sarmiento tendría que estar a la altura y ser una figura arquetípica en este sentido, tal como lo exigía su jerarquía social.

 

    “La plana (libreta escolar) era abominablemente mala, tenia notas de policía (conducta deficiente), había llegado tarde, me escabullía sin licencia (se rateaba) y otra diabluras con que me desquitaba del aburrimiento.” (Domingo Faustino Sarmiento. Mi defensa, año 1843)

 

    Tengo que confesar que me causa intriga conocer sus calificaciones en su época de estudiante.  No contento con este fracaso en territorio argentino, desde su exilio voluntario no solo fomentaba conspiraciones contra el gobierno de Rosas (caso que trataremos más adelante) sino que siguió “fundando escuelas”.

 

     Existe un dicho que versa sobre que “Nadie es profeta en su tierra” por lo tanto se supone que lo mejor de Sarmiento se dio en Chile.   

 

    “En Santa Rosa de Chile fui real maestro de escuela, no habiéndolo sido antes ni después.”
(Domingo Faustino Sarmiento 8/4/1884)

 

    “De treinta jóvenes que era la dotación de la Escuela de Preceptores que dirigía en Chile, veintiocho fueron expulsados”
(Domingo Faustino Sarmiento El Monitor, 15/8/1852)

 

    Al parecer no tenía muchas dotes de maestro, sin embargo aún estamos viendo la punta de iceberg en la figura de Sarmiento. Su vida es una constante mentira Sarmiento forma parte de un nefasto y selecto   grupo que tejían y confabulaban  todo tipo de planes maléficos y perjudiciales para  Argentina.

 

    Desde Chile realizaba escritos plagados de odio y resentimiento, fomentando la desarticulación y desmembramiento del país  la ocupación, por parte del Gobierno Chileno, del Estrecho de Magallanes y la Patagonia; la primera tuvo su concreción el 21 de septiembre de 1843.

 

    El 28 de noviembre de 1842 con la primera invasión a Malvinas por parte de los Británicos  manifestaba: “La Inglaterra se estaciona en las Malvinas. Seamos francos: esta invasión es útil a la civilización y el progreso”[1]

 

    Sin embargo a Nuestros héroes se les inculcó durante toda su formación escolar que este personaje era un gran patriota y amaba al país. No contento con esto formuló también la propuesta de fomentar las colonias extranjeras en el país para erradicar toda tradición.

 

    “Propicio una colonia yanqui en San Juan y otra en el Chaco hasta convertirse en colonias norteamericanas de habla inglesa porque EE UU es el único país culto que existe sobre la tierra. España, en cambio, es inculta y bárbara. En trescientos años no ha habido en ella un hombre que piense... Europa ha concluido su misión en la historia de la humanidad.”[2]

 

    Es increíble cómo las palabras son el firme reflejo de lo que hay en el corazón del hombre y a través de éstas cae todo mito, toda una imagen falsa que nos contaron sobre este personaje.

 

    A Sarmiento se lo puede entender por medio  de su más íntimo aliado en la consecución de la destrucción de la Argentina, ésta ´persona no es otra que Bartolomé Mitre, quien lo designó Director de  guerra y Comandante General de las fuerzas de línea y milicias de San Juan, Mendoza y San Luis  28 de marzo de 1863.

 

    Durante el período junio de 1862 y 1868, hubo en las provincias 117 revoluciones y 91 combates; durante el mandato de estos dos asesinos que buscaban, según ellos la “organización nacional”. Sumergiendo a la Argentina en un estado de anarquía total donde todo aquel que no congenie con la corriente de pensamiento unitaria sería exterminado.

    De las provincias opinaba: “Son pobres satélites que esperan saber quien ha triunfado para aplaudir. La Rioja, Santiago del Estero y San Luis son piltrafas políticas, provincias que no tienen ni ciudad, ni hombres, ni cosa que valga. Son las entidades más pobres que existen en la tierra”. [3]

 

    Todo estaba permitido para entrar al poder, no había que escatimar esfuerzos, dirá en 1816: “Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es necesario. Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean.”
 

    En consonancia su amigo Bartolomé Mitre dirá en 1852: “Hemos jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo”.

    Firme a sus convicciones en concordancia con las ideas de la revolución francesa fomentará una masacre sistematizada tanto en la práctica como en la teoría:

 

    “Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre.”[4]

    Sarmiento no fue bajo ningún punto de vista un hombre de convicciones honorables ni virtudes Nunca fue más que un personaje ruin y sanguinario  a quien no le importaba derramar sangre inocente en pos de perseguir sus fines.

 

Nunca le importó en lo absoluto la necesidad de los pobres ni tampoco se preocupó por llevar adelante una política que se ocupara de sanear las necesidades de la población.

 

Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios.
De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer.”[5]

 

    Ni el indio ni el gaucho se salvaban de la masacre y la verborragia sarmientista ya que eran considerados seres inferiores, incapaces de progresar ni de razonar

 

    La constante correspondencia entre Mitre y Sarmiento no es más que una retahíla de frases de odio hacia aquellos “inadaptados sociales” que ellos odian con el alma.

 

    “Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos son hostiles... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas.”[6]

    Y sobre el indio dirá:

 

    “¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”[7].

 

     Sin embargo no se habla sobre esto en las escuelas y se lo tacha a Rosas de tirano y asesino ocultado ellos mismos sus propias miserias bajo una mirada novelera y utópica.

 

    La hipocresía es una constante en la historia unitaria y Sarmientista, ellos son los “Ilustrados”, los “Civilizados“, sin embargo sus palabras y actos los delatan mostrando su bastardía. 

 

    Por último les dejamos este fragmento de su discurso de 1886 en el Senado de la Gobernación argentina, tengamos en cuenta un pequeño gran detalle, Sarmiento nació pobre y era descendiente de negros por parte materna:

 

    “Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota”[8].


[1] (Domingo Faustino Sarmiento El Progreso, 28/11/1842)

[2] (Domingo Faustino Sarmiento años 1866 y 1868. Por último se lamenta que hayamos vencido a los ingleses en las invasiones. Cf. Gálvez, 449, 90 y 132)

[3] "El Nacional", 9/10/1857.

[4] (Domingo Faustino Sarmiento año 1840)

[5] (Discurso de Domingo Faustino Sarmiento en el Senado de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1859)

[6] Domingo Faustino Sarmiento En Buenos Aires, 1853; (Carta a Batolomé Mitre del 24 de Septiembre 1861; en EE UU. 1865)

 

[7] Domingo Faustino Sarmiento El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876

[8] Domingo Faustino Sarmiento Discurso de 1866


Bibliografía 

Domingo Faustino Sarmiento años 1866 y 1868. Por último se lamenta que hayamos vencido a los ingleses en las invasiones. Cf. Gálvez, 449, 90 y 132 

Discurso de Domingo Faustino Sarmiento en el Senado de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1859

Domingo Faustino Sarmiento En Buenos Aires, 1853; (Carta a Batolomé Mitre del 24 de Septiembre 1861; en EE UU. 1865

Domingo Faustino Sarmiento El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876

Domingo Faustino Sarmiento Discurso de 

1866

Domingo Faustino Sarmiento año 1840

Domingo Faustino Sarmiento El Progreso, 28/11/1842




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