Por: Lic. Sergio D´Onofrio
El ser humano se encuentra en constante búsqueda de su comodidad y es inherente en él instinto de progresar. A su vez el intento de mejorar el rendimiento laboral a conducido a crear instrumentos y maquinas cada vez más sofisticadas que realicen el trabajo de varios empleados con el objetivo de lograr una mayor optimización y en menor tiempo.
A lo largo de la historia las jornadas laborales han ido cambiando constantemente, desde el trabajo en el campo desde tiempos inmemoriales hasta extenuantes e inhumanas jornadas en las fábricas durante la Revolución Industrial en el siglo XVIII donde a partir de la creación y el uso de las nuevas tecnologías permitieron dar auge a la producción en gran escala. Esto generó que muchos obreros perdieran sus empleos y se creara una competencia enorme en búsqueda de la obtención de trabajo donde las jornadas se extendían por mas de 18 a 20 horas con el cobro mínimo y explotación por parte del patrón (de aquí surge la crítica del marxismo). El impulso de la fábrica requería que la producción no se detuviese, es por eso que comenzó a surgir el “horario nocturno”, los hombres dejaban sus hogares por la noche para concurrir a su trabajo lo cual también significaba arriesgarse a sufrir los actos de delincuencia que fueron en aumento producto de este desorden económico y amparados bajo la oscuridad.
Sabemos que el trabajo “dignifica al hombre” pero el mismo debe ser en condiciones dignas con un sueldo justo, esto fue una constante crítica por parte de la Iglesia en defensa de los obreros. En 1891 el entonces Sumo Pontífice León XIII dictó las directrices contra los peligros del marxismo y el liberalismo que por ambas partes denigraban y atacaban la dignidad del obrero. “El principal objetivo de la encíclica Rerum Novarum (1891) fue determinar el correcto sentido de la vida del hombre en el mundo, y más concretamente el verdadero sentido del trabajo, la ocasión inmediata del documento papal fue la política y las propuestas socialistas encaminadas a eliminar los derechos a la propiedad, y a abrir una vía conducente al orden social totalitario.” [1]
Tanto el acortamiento como la extensión exhaustiva del horario laboral ejercen en el hombre una influencia negativa y desgastante ya que la primera ocasiona que la persona se acostumbre a la facilidad y al poco esfuerzo cayendo en el mal ocio y si no sabe aprovechar los tiempos para aprovechar de la familia y los tiempos para el cultivo de la mente, el cuerpo y el espíritu generará un ser inerte y flojo que sucumbirá a sus pasiones desordenadas. Por otro lado, la persona que se ve sometida a una jornada y esfuerzo exhaustivo y poco remunerado pierde tiempo valioso para compartir con aquellos que ama viviendo una vida monótona como un simple engranaje de la maquinaria empresarial.
Es necesario que el uso de la tecnología sea medido y utilizado (siguiendo la regla de San Ignacio de Loyola) como medio que me permita llegar a la una contemplación de la realeza de Cristo. Es decir que la misma no gobierne nuestros sentidos ni nos aleje de la misión primordial de la naturaleza humana. Es necesario que el hombre despierte de su letargo donde voluntariamente se a sumergido en búsqueda de una comodidad excesiva. León XIII nos brinda luz con respecto a la visión de la iglesia: “apreciar en su justo valor las cosas perecederas es imposible, si no se ponen los ojos del alma en la otra vida, imperecedera. Desaparecida la cual, desaparecerá inmediatamente el concepto y verdadera noción del bien, y hasta se convertirá este universo en un misterio inexplicable a toda investigación humana.”[2] Si el hombre no recupera el control de sí mismo y del valor de la vida en familia, dirigiendo el obrar teniendo en mente la consecución del bien común y la instauración del reinado social de Cristo, terminará animalizándose y alejándose de su fin primordial para convertirse como mencionamos anteriormente, en un ser inerte cuya visión meramente materialista lo conduce a vivir para complacer sus instintos mas bajos.
Bibliografía
Encíclica Rerum Novarum. León XIII. 1891
FARENCIN Licina. Edith Stein, ejemplo de libertad espiritual – 1.
MARTINEZ-HECHEVARRÍA. Miguel Alfonso. La teoría económica en la «Rerum novarum».https://revistas.unav.edu/index.php/anuario-de-historia-iglesia/article/view/23750. [1 de junio 2020]
Módulo II. Unidad 7. Los impactos sobre el concepto de hombre. Universidad Católica de La Plata.
[1] MARTINEZ-HECHEVARRÍA. Miguel Alfonso. La teoría económica en la «Rerum novarum».https://revistas.unav.edu/index.php/anuario-de-historia-iglesia/article/view/23750. [1 de junio 2020]
[2]Encíclica Rerum Novarum. Año 1891. Pág 14
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