Por: Lic. Sergio D´Onofrio
La guerra de los Cien Años fue un conflicto armado entre los reinos de Francia e Inglaterra, dicho conflicto duró 116 años, su período histórico recae entre el 24 de mayo de 1337 hasta el 19 de octubre de 1453. El conflicto fue de raíz feudal, pues su propósito era resolver quién controlaría las tierras adicionales que los monarcas ingleses habían acumulado desde 1154 en territorios franceses, tras el ascenso al trono de Inglaterra de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou. La guerra se saldó finalmente con la derrota de Inglaterra y la consecuente retirada de las tropas inglesas de tierras francesas (salvo de la ciudad de Calais).
En realidad, a lo que concierne al enfrentamiento en sí, la guerra se caracterizó por una extensa serie de choques militares y diplomáticos, las constantes batallas desarrolladas siempre en suelo francés, obligaron a los jefes de cada país buscar treguas y salidas diplomáticas, aunque éstos no siempre fueran respetados.
“A principios del siglo XIV los ingleses aún controlaban buena parte del territorio francés, incluyendo la región de Aquitania. Esta zona era una de las más ricas de Francia, por lo que imaginaros cómo tenían que estar los galos, que no podían tenerla en su poder… De hecho los piratas franceses no paraban de atacar Aquitania con el fin de recuperarla”. [1]
Eduardo III de Inglaterra (1312-1377) al reclamar su derecho al trono francés por encima del rey Felipe VI de Francia (1293-1350), sembró la semilla de la discordia generando en primera medida una guerra de sucesión, por su puesto su reclamo no fue aceptado por Francia y marcó el punto de partida en la Guerra de los cien años. Los sucesores de ambos monarcas debieron hacer frente a este conflicto hasta la victoria de Francia en la batalla de Castillón, en julio de 1453, redujendo el dominio inglés en el continente a la plaza de Calais y despejando cualquier esperanza de la corona británica de reinado en Francia.
Con la muerte de Carlos IV en 1328 sin dejar descendencia y se dio inicio, como mencionamos anteriormente y sucede en estos casos donde el monarca fallecido carece de herederos, una guerra de sucesión, la misma se desarrolla entre dos candidatos: Felipe de Valois, perteneciente a la familia de los Capeto y Eduardo III de Inglaterra. Como era de esperarse Francia no dejaría el trono a ningún ingles por ende Felipe se hace de la corona y Eduardo III no solo reconoció el nombramiento, sino que llegó a prestar dos homenajes a Felipe VI de Francia, reconociéndolo como su señor en 1329 y 1331.
La guerra de los cien años consta de dos períodos, el primero abarca los años 1337 y 1360. Este primer momento se caracteriza por las victorias inglesas, los anglosajones ya contaban con un ejército bien constituido y un territorio prácticamente unificado bajo la corona, por su parte los franceses poseían un ejército feudal el cual eran llamados por los señores feudales más que por el Rey, a diferencia de Inglaterra Francia no estaba todavía unificado bajo la autoridad real.
Las batallas sobresalientes en este tiempo son:
· Batalla de Crécy (año 1346):
Las fuerzas inglesas al mando de Eduardo III que contaban aproximadamente con 12.000 contendientes, éstas vencieron a las francesas, lideradas por Felipe VI, que, pese a su superioridad numérica con más de 30.000 hombres, no pudieron hacer frente a estos los primeros quienes tenían el objetivo de tomar París.
“Inglaterra, con una economía más saneada, contaba con un ejército más disciplinado y conexo, donde predominaba la infantería, y Eduardo III era un hombre de gran pragmatismo. Además, la destacada actuación del Príncipe Negro, llamado así por el color de su armadura, hijo del rey, y también de nombre Eduardo, con tan solo 16 años, aseguraron el triunfo inglés, donde Felipe VI vio sucumbir a sus mercenarios genoveses que había contratado, armados con ballestas y arcos cortos, y luego a su pesada caballería.”[2]
Eduardo resultó victorioso a causa del uso de unas tácticas y armamento superiores. Fue una batalla en donde se demostró la eficacia del arco inglés usado en masa contra la caballería acorazada. Los caballeros franceses, provistos de armadura de placas, fueron reducidos por las flechas de punzón al cargar contra los ingleses, que se habían ubicado en una elevación para lograr una mejor trayectoria del fuego.
“Eduardo III reunió su ejército en Portmouth, las fuerzas allí reunidas eran 3.500 arqueros del condado de Trent, 100 del condado Palatino de Chester, 3.500 galeses, 2.743 hobelers (infantería montada), y 1.141 hombres de armas que unidos a mineros y supernumerarios sumaban 10.000 efectivos.”[3]
La victoria, que produjo muchas pérdidas humanas entre la nobleza francesa, las bajas francesas se estiman entre los 12.000 de los cuales constan 11 príncipes y más de 1.500 caballeros. Entre los más importantes de los muertos en Creçy, los historiadores nombran a Carlos hermano del propio rey Felipe, el rey de Bohemia, el duque de Lorena y los condes de Flandes, Alençon, Auxerre, Harcourt, Sancerre, Blois, Grandpré, Salm, Blamont y Forez.[4] Era de uso rematar a los heridos incurables, pero los encargados de ejecutar esta penosa tarea eran tropas galesas compuestas por campesinos.
La victoria alcanzada le permitió a Inglaterra, que tuvo muy pocas pérdidas, sitiar Calais, convirtiéndola en base de operaciones para Inglaterra hasta el siglo XVI.
· Batalla de Poitiers (año 1356):
La batalla de Poitiers, que tuvo lugar el 19 de septiembre de 1356, fue la segunda de las tres grandes victorias inglesas de la guerra.
Los ingleses desembarcaban, se internaban en los campos de la Francia septentrional, incendiaban las cosechas, mataban a los hombres de las aldeas y luego retrocedían rápidamente hacia sus bases en la costa, dejando a la población a merced del hambre y las enfermedades. Los ejércitos franceses, no podían ofrecer una resistencia adecuada a esta táctica inglesa. Los campesinos, al no sentirse protegidos de los malones ingleses, paulatinamente buscaron la protección de los señores feudales locales, las fuerzas francesas necesitaban urgentemente un sentido nacional, pero sobre todo urgía la necesidad de brindar seguridad a los pobladores especialmente para que la misma entregara a sus varones jóvenes en los frecuentes reclutamientos, que se hacían imprescindibles.
A comienzos de la batalla, la estrategia inglesa consistió en trasladar su bagaje llevando a los franceses a suponer que iban a retirarse, esto provocó un ataque precipitado de los caballeros franceses contra los arqueros. Los ingleses esperaban esto y rápidamente contraatacaron, lanzando una lluvia de flechas sobre los caballos, el plan había resultado
Fue una derrota decisiva para Francia, se le exigió a Francia el pago de tres millones de coronas de oro por el rescate de su rey, dicha suma era imposible de reunir, y Juan II, falleció en Londres en 1364.
El rey Eduardo III pasaba a controlar Calais, Guines, Ponthieu, Aquitania, Lemosin, Périgord, Rourge, Quercy y Poitou, a pesar de que renunciaba oficialmente a la corona francesa
El segundo momento del conflicto comprende la parte preliminar de la contienda y consiste en aspectos bastante irónicos. Enrique V muere el 31 de agosto de 1422, sin poder ascender al trono de Francia. Por su parte tiempo después Carlos VI moriría incumpliendo lo que se había firmado en el Tratado de Troyes, (1420) Francia nombró como nuevo rey al bebé Carlos VII, en lugar de a Enrique VI quien era todavía un niño.
Los ingleses consideraron a Enrique VI como rey de Francia e Inglaterra, considerando por ende a Carlos VII un usurpador. Esto provocó que de nuevo comenzara la guerra y los ingleses invadieran Francia, sitiando la ciudad de Orleans.
Santa Juana de Arco
Santa Juana de Arco representó un papel trascendental en la batalla a los 17 años se convirtió en una heroína nacional y mártir de la religión católica. Hija de campesinos piadosos que le infundieron una enorme confianza en Dios y una tierna devoción hacia la Virgen María.
“Cada sábado la niña Juana recogía flores del campo para llevarlas al altar de Nuestra Señora. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado.” [5]
La pequeña Juana tenía constantemente revelaciones de Dios nuestro Señor, quien la invitaban a liberar a Francia. Al principio la pequeña de tan solo catorce años de edad no sabía de quién se trataba, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita quienes le repetían al unísono: "Tú debes salvar a la nación y al rey".
Al cabo de dos años fue llevada ante el entonces Delfín Carlos quien escuchó de su boca gran cantidad de secretos. Lógicamente la desconfianza del Delfín era natural, pero todo cambió cuando muchas predicciones de Juana se hicieron realidad. Esto motivó que el Delfín la colocara al mando de su ejército como capitana. Los soldados franceses y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orleans. Acto seguido se dirigieron a varias otras ciudades y las liberándolas también.
Pronto comenzaron las envidias y comenzaron para ella los sufrimientos y traiciones. Numerosos integrantes de la corte del rey tenían celos de que ella llegara cobrara demasiada importancia por lo cual comenzaron a confabular contra ella.
Producto de una emboscada cae prisionera del conde de Luxemburgo, quien la entregó a los ingleses. Los anglosajones la acusaron de brujería, para poder así destronar a Carlos VII, pues había llegado a ser rey gracias a “diabólicas maquinaciones de una hereje”. Juana fue sometida al juicio eclesiástico, pero producto de la corrupción del mismo, la prisionera apeló a la autoridad Papal. Sin embargo su pedido no llegó a Roma por lo cual fue condenada a morir en la hoguera el 30 de mayo de 1431.
Los actos del proceso fueron sometidos a revisión entre el 1450 y el 1456, con la absolución de la imputada. En 1920 el Papa Benedicto XV la elevó al honor de los altares por su fe pura y su genuino amor por la justicia y la verdad, llevados hasta el extremo sacrificio
REYES DE LA GUERRA DE LOS 100 AÑOS
REYES FRANCESES
· Felipe VI
· Juan II
· Carlos VI
· Carlos VII
REYES INGLESES
· Eduardo III
· Ricardo II
· Enrique IV
· Enrique V
· Enrique VI
Bibliografía
Belloc, Hilaire (1913). Poitiers, Londres: H. Rees. Via Internet Archive.
Breval Juan Manuel. “Causas de la guerra de los cien años”
Mitre Fernández, Emilio (1990). La guerra de los Cien Años. Historia 16.
https://www.arteguias.com/guerracienanos.htm
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/guerra-cien-anos-entre-francia-e-inglaterra_14691
https://arrecaballo.es/edad-media/la-guerra-de-los-cien-anos/batalla-de-crecy-1-346/#
[1] Breval Juan Manuel. “Causas de la guerra de los cien años”
[2] https://www.laguia2000.com/edad-media/batalla-de-crecy
[3] https://arrecaballo.es/edad-media/la-guerra-de-los-cien-anos/batalla-de-crecy-1-346/#
[4] Ibidem. Opc. Cit
[5] https://www.ewtn.com/spanish/saints/juana_de_arco5_11.htm
En realidad, a lo que concierne al enfrentamiento en sí, la guerra se caracterizó por una extensa serie de choques militares y diplomáticos, las constantes batallas desarrolladas siempre en suelo francés, obligaron a los jefes de cada país buscar treguas y salidas diplomáticas, aunque éstos no siempre fueran respetados.
“A principios del siglo XIV los ingleses aún controlaban buena parte del territorio francés, incluyendo la región de Aquitania. Esta zona era una de las más ricas de Francia, por lo que imaginaros cómo tenían que estar los galos, que no podían tenerla en su poder… De hecho los piratas franceses no paraban de atacar Aquitania con el fin de recuperarla”. [1]
Eduardo III de Inglaterra (1312-1377) al reclamar su derecho al trono francés por encima del rey Felipe VI de Francia (1293-1350), sembró la semilla de la discordia generando en primera medida una guerra de sucesión, por su puesto su reclamo no fue aceptado por Francia y marcó el punto de partida en la Guerra de los cien años. Los sucesores de ambos monarcas debieron hacer frente a este conflicto hasta la victoria de Francia en la batalla de Castillón, en julio de 1453, redujendo el dominio inglés en el continente a la plaza de Calais y despejando cualquier esperanza de la corona británica de reinado en Francia.
Con la muerte de Carlos IV en 1328 sin dejar descendencia y se dio inicio, como mencionamos anteriormente y sucede en estos casos donde el monarca fallecido carece de herederos, una guerra de sucesión, la misma se desarrolla entre dos candidatos: Felipe de Valois, perteneciente a la familia de los Capeto y Eduardo III de Inglaterra. Como era de esperarse Francia no dejaría el trono a ningún ingles por ende Felipe se hace de la corona y Eduardo III no solo reconoció el nombramiento, sino que llegó a prestar dos homenajes a Felipe VI de Francia, reconociéndolo como su señor en 1329 y 1331.
La guerra de los cien años consta de dos períodos, el primero abarca los años 1337 y 1360. Este primer momento se caracteriza por las victorias inglesas, los anglosajones ya contaban con un ejército bien constituido y un territorio prácticamente unificado bajo la corona, por su parte los franceses poseían un ejército feudal el cual eran llamados por los señores feudales más que por el Rey, a diferencia de Inglaterra Francia no estaba todavía unificado bajo la autoridad real.
Las batallas sobresalientes en este tiempo son:
· Batalla de Crécy (año 1346):
Las fuerzas inglesas al mando de Eduardo III que contaban aproximadamente con 12.000 contendientes, éstas vencieron a las francesas, lideradas por Felipe VI, que, pese a su superioridad numérica con más de 30.000 hombres, no pudieron hacer frente a estos los primeros quienes tenían el objetivo de tomar París.
“Inglaterra, con una economía más saneada, contaba con un ejército más disciplinado y conexo, donde predominaba la infantería, y Eduardo III era un hombre de gran pragmatismo. Además, la destacada actuación del Príncipe Negro, llamado así por el color de su armadura, hijo del rey, y también de nombre Eduardo, con tan solo 16 años, aseguraron el triunfo inglés, donde Felipe VI vio sucumbir a sus mercenarios genoveses que había contratado, armados con ballestas y arcos cortos, y luego a su pesada caballería.”[2]
Eduardo resultó victorioso a causa del uso de unas tácticas y armamento superiores. Fue una batalla en donde se demostró la eficacia del arco inglés usado en masa contra la caballería acorazada. Los caballeros franceses, provistos de armadura de placas, fueron reducidos por las flechas de punzón al cargar contra los ingleses, que se habían ubicado en una elevación para lograr una mejor trayectoria del fuego.
“Eduardo III reunió su ejército en Portmouth, las fuerzas allí reunidas eran 3.500 arqueros del condado de Trent, 100 del condado Palatino de Chester, 3.500 galeses, 2.743 hobelers (infantería montada), y 1.141 hombres de armas que unidos a mineros y supernumerarios sumaban 10.000 efectivos.”[3]
La victoria, que produjo muchas pérdidas humanas entre la nobleza francesa, las bajas francesas se estiman entre los 12.000 de los cuales constan 11 príncipes y más de 1.500 caballeros. Entre los más importantes de los muertos en Creçy, los historiadores nombran a Carlos hermano del propio rey Felipe, el rey de Bohemia, el duque de Lorena y los condes de Flandes, Alençon, Auxerre, Harcourt, Sancerre, Blois, Grandpré, Salm, Blamont y Forez.[4] Era de uso rematar a los heridos incurables, pero los encargados de ejecutar esta penosa tarea eran tropas galesas compuestas por campesinos.
La victoria alcanzada le permitió a Inglaterra, que tuvo muy pocas pérdidas, sitiar Calais, convirtiéndola en base de operaciones para Inglaterra hasta el siglo XVI.
· Batalla de Poitiers (año 1356):
La batalla de Poitiers, que tuvo lugar el 19 de septiembre de 1356, fue la segunda de las tres grandes victorias inglesas de la guerra.
Los ingleses desembarcaban, se internaban en los campos de la Francia septentrional, incendiaban las cosechas, mataban a los hombres de las aldeas y luego retrocedían rápidamente hacia sus bases en la costa, dejando a la población a merced del hambre y las enfermedades. Los ejércitos franceses, no podían ofrecer una resistencia adecuada a esta táctica inglesa. Los campesinos, al no sentirse protegidos de los malones ingleses, paulatinamente buscaron la protección de los señores feudales locales, las fuerzas francesas necesitaban urgentemente un sentido nacional, pero sobre todo urgía la necesidad de brindar seguridad a los pobladores especialmente para que la misma entregara a sus varones jóvenes en los frecuentes reclutamientos, que se hacían imprescindibles.
A comienzos de la batalla, la estrategia inglesa consistió en trasladar su bagaje llevando a los franceses a suponer que iban a retirarse, esto provocó un ataque precipitado de los caballeros franceses contra los arqueros. Los ingleses esperaban esto y rápidamente contraatacaron, lanzando una lluvia de flechas sobre los caballos, el plan había resultado
Fue una derrota decisiva para Francia, se le exigió a Francia el pago de tres millones de coronas de oro por el rescate de su rey, dicha suma era imposible de reunir, y Juan II, falleció en Londres en 1364.
El rey Eduardo III pasaba a controlar Calais, Guines, Ponthieu, Aquitania, Lemosin, Périgord, Rourge, Quercy y Poitou, a pesar de que renunciaba oficialmente a la corona francesa
El segundo momento del conflicto comprende la parte preliminar de la contienda y consiste en aspectos bastante irónicos. Enrique V muere el 31 de agosto de 1422, sin poder ascender al trono de Francia. Por su parte tiempo después Carlos VI moriría incumpliendo lo que se había firmado en el Tratado de Troyes, (1420) Francia nombró como nuevo rey al bebé Carlos VII, en lugar de a Enrique VI quien era todavía un niño.
Los ingleses consideraron a Enrique VI como rey de Francia e Inglaterra, considerando por ende a Carlos VII un usurpador. Esto provocó que de nuevo comenzara la guerra y los ingleses invadieran Francia, sitiando la ciudad de Orleans.
Santa Juana de Arco
Santa Juana de Arco representó un papel trascendental en la batalla a los 17 años se convirtió en una heroína nacional y mártir de la religión católica. Hija de campesinos piadosos que le infundieron una enorme confianza en Dios y una tierna devoción hacia la Virgen María.
“Cada sábado la niña Juana recogía flores del campo para llevarlas al altar de Nuestra Señora. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado.” [5]
La pequeña Juana tenía constantemente revelaciones de Dios nuestro Señor, quien la invitaban a liberar a Francia. Al principio la pequeña de tan solo catorce años de edad no sabía de quién se trataba, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita quienes le repetían al unísono: "Tú debes salvar a la nación y al rey".
Al cabo de dos años fue llevada ante el entonces Delfín Carlos quien escuchó de su boca gran cantidad de secretos. Lógicamente la desconfianza del Delfín era natural, pero todo cambió cuando muchas predicciones de Juana se hicieron realidad. Esto motivó que el Delfín la colocara al mando de su ejército como capitana. Los soldados franceses y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orleans. Acto seguido se dirigieron a varias otras ciudades y las liberándolas también.
Pronto comenzaron las envidias y comenzaron para ella los sufrimientos y traiciones. Numerosos integrantes de la corte del rey tenían celos de que ella llegara cobrara demasiada importancia por lo cual comenzaron a confabular contra ella.
Producto de una emboscada cae prisionera del conde de Luxemburgo, quien la entregó a los ingleses. Los anglosajones la acusaron de brujería, para poder así destronar a Carlos VII, pues había llegado a ser rey gracias a “diabólicas maquinaciones de una hereje”. Juana fue sometida al juicio eclesiástico, pero producto de la corrupción del mismo, la prisionera apeló a la autoridad Papal. Sin embargo su pedido no llegó a Roma por lo cual fue condenada a morir en la hoguera el 30 de mayo de 1431.
Los actos del proceso fueron sometidos a revisión entre el 1450 y el 1456, con la absolución de la imputada. En 1920 el Papa Benedicto XV la elevó al honor de los altares por su fe pura y su genuino amor por la justicia y la verdad, llevados hasta el extremo sacrificio
REYES DE LA GUERRA DE LOS 100 AÑOS
REYES FRANCESES
· Felipe VI
· Juan II
· Carlos VI
· Carlos VII
REYES INGLESES
· Eduardo III
· Ricardo II
· Enrique IV
· Enrique V
· Enrique VI
Bibliografía
Belloc, Hilaire (1913). Poitiers, Londres: H. Rees. Via Internet Archive.
Breval Juan Manuel. “Causas de la guerra de los cien años”
Mitre Fernández, Emilio (1990). La guerra de los Cien Años. Historia 16.
https://www.arteguias.com/guerracienanos.htm
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/guerra-cien-anos-entre-francia-e-inglaterra_14691
https://arrecaballo.es/edad-media/la-guerra-de-los-cien-anos/batalla-de-crecy-1-346/#
[1] Breval Juan Manuel. “Causas de la guerra de los cien años”
[2] https://www.laguia2000.com/edad-media/batalla-de-crecy
[3] https://arrecaballo.es/edad-media/la-guerra-de-los-cien-anos/batalla-de-crecy-1-346/#
[4] Ibidem. Opc. Cit
[5] https://www.ewtn.com/spanish/saints/juana_de_arco5_11.htm
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