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Facundo Quiroga "El Tigre de los Llanos"



Juan Facundo Quiroga, fue un político, militar, gobernador y caudillo argentino de la primera mitad del siglo XIX, partidario de un gobierno federal durante las guerras intestinas en su país, posteriores a la declaración de la independencia. Hacia el año 1835 llegó a consolidar una fuerte influencia y liderazgo sobre las provincias de La Rioja, San Juan, Catamarca, Tucumán, San Luis, Mendoza, Salta y Jujuy.

Juan Facundo Quiroga nació el 27 de noviembre de 1788 del matrimonio entre José Prudencio Quiroga y de Rosa Argañaraz, oriunda de los Llanos. Su padre fue un hacendado sanjuanino que migró a la norteña La Rioja, estableciendo su estancia en el sureste, en la zona llamada Los Llanos,1​ y que varias veces ejerció como comandante de las milicias de la zona.

En 1817   fue nombrado jefe de las milicias de la comarca, con el grado de capitán, y participó en las luchas por la independencia organizando milicias, persiguiendo desertores y enviando ganados al Ejército del Norte y al Ejército de los Andes. En particular, colaboró con el comandante Nicolás Dávila, segundo jefe de la columna del Ejército de los Andes que liberaría Copiapó.
l poder en el territorio de la provincia de La Rioja se encontraba disputado por dos antiguas familias terratenientes, los Ocampo y los Dávila. En esa contienda, Quiroga apoyó al gobernador Nicolás Dávila. Cuando la provincia fue invadida por los "Auxiliares de los Andes" venidos desde la provincia de San Juan, participó en el combate de la Posta de los Colorados, en que las fuerzas riojanas fueron vencidas. Quiroga se retiró a los Llanos, mientras la capital de la provincia era ocupada por los invasores, y regresó al frente de 80 hombres, con los que derrotó al coronel Francisco Aldao el 16 de octubre de 1820, en el combate de La Rioja. A continuación desconoció la autoridad de Ocampo e hizo que la legislatura eligiera gobernador a Nicolás Dávila. Reforzó su poder militar incorporando a los "Auxiliares de los Andes" a sus fuerzas.

Sin embargo, luego de acceder al gobierno provincial, los Dávila desconfiaron de Quiroga por el prestigio que éste había obtenido entre la población. Tras eliminar en un duelo a Miguel Dávila en la batalla de El Puesto, Facundo Quiroga accedió provisionalmente al gobierno provincial. Si bien renunció a éste unos meses después, desde entonces se mantuvo como el caudillo indiscutido de los riojanos.
Facundo era un militar destacado y de ninguna manera un caudillo violento o sanguinario, Su táctica principal era simular una carga para luego retirarse, tentando al enemigo a perseguirlo para luego dar vueltas y plantarles cara mientras una tropa de reserva atacaba al adversario por la retaguardia. La uso siempre y siempre le funciono excepto con Paz
“EL Tigre de los Llanos fue un hombre excepcional. Descubrir esta condición fue el gran mérito de Sarmiento. El sanjuanino plagó su "Facundo" de errores, infundidos y mentiras pero acertó en lo sustancial al revelar la naturaleza impar del personaje y lo demoníaco e infernal de su índole secreta. Lo demoníaco en los imprevistos, que es una de sus singularidades mágicas: aparecer a diez cuadras del campamento de Lamadrid cuando todos lo hacen a cien leguas, o caer de improvista en la fiesta donde los unitarios de La Rioja celebran su derrota de La Tablada.”[1]

Facundo Quiroga se alineó con los federales y desde La Rioja, volvió a mostrar su audacia deponiendo al gobernador Francisco Ortiz de Ocampo, a quien reemplazó por Nicolás Dávila; pero cuando, en 1823, Dávila se negó a renunciar según lo dispuesto por la Sala de Representantes, Facundo Quiroga se hizo con el poder. Aunque oficialmente tan sólo ostentó el cargo de gobernador de La Rioja durante dos meses, a partir de entonces dominó la escena política de su provincia e incluso de las aledañas.

Rivadavia fue electo presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata por el Congreso General de 1824, aunque, inicialmente, sin una constitución que lo avalara. Su política fue decididamente centralista y pretendió imponer su voluntad por la fuerza a los gobiernos provinciales opositores despreciando a los caudillos como Quiroga; esto y las actividades punitivas contra los federales del general tucumano unitario Aráoz de Lamadrid hizo que, durante plena guerra Guerra del Brasil, cuando Argentina requería el máximo de cohesión, Quiroga se encontrara forzado a liderar la rebelión de las provincias del interior ante el centralismo porteño.

“Quiroga ordenó no enviar tropas a la guerra con Brasil, desconoció leyes dictadas por el gobierno de Buenos Aires y se enfrentó abiertamente a los unitarios. Derrotó al general unitario Gregorio Aráoz de Lamadrid en dos ocasiones: primero en Tala (1826) y más tarde en Rincón (1827). El también general unitario José María Paz lo venció en Oncativo (1830), pero, auxiliado por el caudillo federalista Juan Manuel de Rosas, Quiroga rearmó su ejército y terminó por imponerse en el norte y en la región andina en 1831”[2]

En la provincia de Catamarca estuvo por iniciarse un enfrentamiento interno en 1825, entre el gobernador Gutiérrez y los partidarios del ex gobernador Eusebio Gregorio Ruzo, entre quienes se encontraban los Molina, Soria, Correa y Acuña, que se pudo evitar por la mediación de Quiroga, el cual figuró como garante entre el gobernador Manuel Antonio Gutiérrez y sus opositores. Pero Gutiérrez violó el acuerdo, reiniciando la guerra civil y provocando la intervención del caudillo riojano en su contra. Éste invadió Catamarca y —tras breve resistencia— lo derrocó con el apoyo de fuerzas enviadas por el caudillo cordobés Juan Bautista Bustos y el santiagueño Juan Felipe Ibarra, colocando en el poder al licenciado Pío Isaac Acuña.

El gobernador depuesto llamó en su ayuda a Lamadrid, que se había apoderado del gobierno de la provincia de Tucumán. Éste invadió Catamarca y repuso a Gutiérrez en el gobierno catamarqueño.

Quiroga marchó nuevamente sobre Catamarca, expulsó a Gutiérrez, repuso en el mando a Acuña y siguió camino hacia Tucumán. Casi en el límite entre ambas provincias, Quiroga derrotó a Lamadrid en la batalla de El Tala, el 27 de octubre de 1826; creyendo que Lamadrid había muerto, Quiroga dio por terminada la campaña.

De allí pasó a San Juan, donde aseguró el poder para el partido federal, colocando en el gobierno a un pariente suyo, el coronel Manuel Quiroga Carril. Ese mismo año de 1826, el Congreso sancionó una constitución unitaria, que fue rechazada por la mayor parte de las provincias. Sólo Salta y Tucumán aprobaron esa constitución. El enviado por el Congreso para presentar la constitución a Quiroga encontró a éste en San Juan, recostado sobre su recado en un campo de alfalfa, bajo un toldo de cuero. Sin levantarse, garabateó en la primera hoja "Despachado" y envió al diputado porteño de regreso a Buenos Aires.

Su derrota en La Tablada y Oncativo

En 1829, el general unitario cordobés José María Paz invadió la provincia de Córdoba y derrocó a su gobernador, el caudillo federal Juan Bautista Bustos. Este llamó en su auxilio a Quiroga, que reunió fuerzas de las provincias que controlaba e invadió Córdoba. Esquivando al ejército de Paz, que había salido a enfrentarlo, logró tomar la capital de la provincia. Pero, para evitar sufrimientos a la población, la abandonó para enfrentar a Paz en la batalla de La Tablada, del 22 de junio. La superior capacidad de Paz para manejar su artillería decidió la batalla en su favor. Paz venció un efecto de guerra psicológica en sus principales encuentros con Quiroga ya que las huestes de Quiroga -debido a su carácter aguerrido- llegaron a ser mitificadas como "capiangos" (seres mitad hombres mitad tigres -o yaguaretés-)

Quiroga fue nuevamente derrotado y tuvo que huir a su provincia.
En esta célebre batalla formaba parte, por su valentía y lealtad, de la escolta personal de Facundo Quiroga el entonces jovencísimo Ángel Vicente Peñaloza (más conocido por su apodo: El Chacho).

A continuación invadió Córdoba por segunda vez, dividiendo sus tropas en dos columnas; una, bajo su mando directo, avanzó desde San Luis por el sur, mientras la otra, mandada por el gobernador riojano Benito Villafañe, marchaba por el norte. Paz decidió salirle al cruce a Quiroga. El gobernador porteño Juan Manuel de Rosas envió dos mediadores a tratar de evitar la batalla, pero el hábil estratega Paz los utilizó para engañar a su enemigo: los envió a su campamento e inmediatamente avanzó hacia el ejército federal. Creyendo que todavía estaba en vigencia una tregua, Quiroga fue sorprendido y derrotado el 25 de febrero de 1830, en la batalla de Oncativo (llamada también de la Laguna Larga).

Quiroga huyó hacia Buenos Aires, mientras Paz invadía las provincias que el riojano había dominado y formaba la Liga Unitaria o Liga del Interior, de la cual Paz era el jefe militar y político. Rosas lo hizo recibir como a un vencedor, pero permaneció en la casa de su socio Costa, alejado de las cuestiones militares.

“Cuando se instala en Buenos Aires, Quiroga refiere que su vida política está prácticamente terminada, y que ha llegado el momento de enviar a escuelas porteñas a sus hijos, a recuperar su salud –sufría de reuma- y de atender sus bienes y su capital.  El Tigre de los Llanos no era millonario, a pesar de haber pertenecido a una familia tradicional y de buen linaje en los llanos de La Rioja.  Sus arrojos en las luchas por y para la causa federal le hicieron sacrificar varios fondos que el digno patriota jamás reclamó ni quiso que le devolviesen.  El edificio que en la actualidad ocupa el Sindicato de Luz y Fuerza sobre la calle Defensa al 453, barrio de San Telmo, fue antiguamente el lugar donde habitó Facundo Quiroga hasta un mes antes de su cobarde asesinato.”[3]

Su estancia en Buenos Aires

Al trasladarse a Buenos Aires, Quiroga dedicó el resto de su vida a intentos (Solo con otros federales) de convocar un congreso constituyente para formar la estructura orgánica de una República Federal.

Rosas se opuso enérgicamente, atribuyendo que una  organización formal de esa naturaleza era prematura e insensata hasta tanto las provincias no hubieran creado sus estructuras políticas individuales y una saludable vida institucional.

En 1834 partió en una misión pacificadora en la esperanza de que el poder de su figura y prestigio en el norte le permitieran impedir la guerra civil que se sentía amenazante entre los gobernantes de Tucumán (Felipe Heredia) y Sanlta (Pablo Latorre).

Cumplida su misión con éxito y regresando a Buenos Aires, desdeñó obstinadamente las advertencias sobre conspiración en Córdoba, fue sorprendido en Barranca Yaco el 16 de Febrero de 1835 

“Al llegar a Barranca Yaco, en la provincia de Córdoba, fue emboscado por SANTOS PÉREZ al mando de un grupo de treinta hombres, quienes, además de matar a Quiroga, su principal objetivo, asesinaron a sus acompañantes, incluido un chico de doce años que iba de postillón, tratando así de disfrazar la acción, haciéndola pasar por el ataque de un grupo de bandoleros ya que no se dejó ningún testigo vivo.” [4]


                                                                            Prof: Sergio D'Onofrio

FUENTES CONSULTADAS

Bazán, Armando R., Historia de La Rioja, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1991.

Gallardo José Luis, Crónica de cinco siglos Ed. Baraga, Año 2007

Irazusta, julio, Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia. Ed. Albatros, Bs. As., 1943

Luna, Félix, Los caudillos, Ed. Peña Lillo, Bs. As., 1971.

http://www.revisionistas.com.ar/?p=6158  [4 de Noviembre de 2019]



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