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Las lenguas aborígenes y el castellano




Introducción


En el siguiente escrito haremos referencia a una acusación que siempre se le ha hecho a España desde los tiempos de la conquista, y aunque no hay pruebas fehacientes que determinen  y dejen en evidencia los supuestos abusos por parte de España hacia los aborígenes  americanos, dichas leyendas negras siguen circulando y siendo aceptadas.

El tema que tocaremos en este trabajo es el de la supuesta imposición de la lengua castellana por sobre el lenguaje del indígena. El supuesto “Corte de lenguas”.

El objetivo de este escrito es refutar dicha tesis, para ello hemos recolectado información de distintos autores, fragmentos de escritos de la época, hechos y decretos dictados por los mismos reyes de España. Servirán para dejar en claro que la madre patria y la Iglesia Católica trabajaron en conjunto para llevar a cabo la evangelización y ver los medios a utilizar para lograr la comunicación con  los aborígenes.
Vicente Sierra y Cayetano Bruno nos aportan  información sobre las medidas decretadas por los reyes, cuáles fueron las medidas a tomar frente a cómo comunicarse con el indio, cuáles eran  los requisitos obligatorios que debían cumplir los misioneros para embarcarse al nuevo mundo, fundamentalmente el manejo de la lengua natural en especial.

No podemos dejar de lado el apelar al sentido común del lector para que logre comprender la magnitud de la situación, las medidas a tomar, el entender que no eran dioses, ni eruditos; eran  hombres, misioneros y soldados alejados de su patria, atraídos al nuevo mundo unos por promesas de riquezas (pocos pero que ciertamente los hubo) y la mayoría por el sentimiento misional propio de los apóstoles de Cristo.  

Desarrollo `

La Calumnia
Desde el descubrimiento de América en 1492, tanto el trono como el altar, el Estado y la Iglesia, estuvieron estrechamente unidos. el Papa Alejandro VI reconoció desde el principio los derechos de España sobre las nuevas tierras descubiertas y por descubrir, a cambio de que los monarcas se ocuparan principalmente de la evangelización de los indígenas.

Las polémicas que han nacido sobre este pasado implican, por lo tanto, a la Iglesia, por su estrecha vinculación con el Estado, acusado –como dice Messori- de “genocidio cultural”,

Arnold Toynbee, historiador no católico, observa que los misioneros, atendiendo a su fin sincero y desinteresado de convertir a los indígenas, en lugar de pretender que los indios aprendieran el castellano, se ocuparon de estudiar las lenguas indígenas.
Según Messori “los misioneros lo hicieron con tal vigor que le dieron forma escrita, dieron sintaxis, gramática y traducción al idioma”[1]. Por ejemplo, En el virreinato más impórtate, el del Perú, en 1596 en la universidad de Lima se creó la Cátedra de Quechua, la lengua “franca” de Los Andes, hablada por los Incas. Nadie podía ser ordenado sacerdote católico en el virreinato si no demostraba conocer el este idioma, al que los religiosos habían dado forma escrita. Lo mismo pasó con el náhuatl, el guaraní, etc.

El autor resalta que esta labor de los misioneros no fue solo en América, sino “allá donde llegaba la misión católica, es suyo mérito indiscutible el haber convertido innumerables dialectos exóticos en lenguas escritas”[2], dotadas de gramática, diccionario y literatura. Por ejemplo, el somalí, que era lengua solo hablada,  adquirió forma escrita gracias a franciscanos italianos.

El profesor español Gregorio Salvador, miembro de la Real Academia de Lengua, demostró que en 1596 el Congreso de Indias (ministerio español de colonias) por razones  administrativas, solicitó al emperador Felipe II una orden para la castellinacion de los indígenas, a lo que el emperador respondió textualmente “no parece conveniente forzarlos a abandonar su lengua natural; solo habrá que disponer de maestros para los que quieran voluntariamente aprender nuestro idioma”[3]

Otra prueba que refuta la tesis de esta leyenda negra -que como todas, carece de fundamento- es la existencia hasta nuestros días de la lengua Huarpe en el actual territorio argentino. Pero la pregunta es ¿cómo se conoce dicho dialecto si los huarpes fueron aniquilados por tribus rivales y actualmente no existen descendientes?.  La respuesta es simple. Se conoce la lengua huarpe gracias a la acción misional de los misioneros salesianos que, al igual que los misioneros de distintas congregaciones, tomaron esta forma extraña de comunicarse, la aprendieron, sistematizaron y dieron forma escrita.

Con la Real Cédula de Felipe II, el 5 de agosto de 1580, se estipula que no debían los indígenas aprender la lengua de los misioneros, sino al revés, es decir los segundos debían familiarizarse con la de los indios
Cayetano Bruno en su libro “La acción benéfica de España en las indias” nos deja un fragmento de la Real Cédula:
“rogamos y encargamos a los arzobispos de nuestras Indias que a ningún religioso permitan entrar a ejercer oficios de cura ni doctrinero sin ser primero examinado y aprobado por los prelados diocesanos o las personas que para este efecto nombraren, así en cuanto a la suficiencia, como en la lengua de los indios a que se han de doctrinar y administrar los satos oficios”[4]

Todo religioso que no cumpliera con los requisitos estipulados sería reemplazado y avisado a sus superiores.
Muy pronto comenzaron a circular manuales, doctrinas, sermonarios en las más diversas lenguas en todo el nuevo mundo.

A su vez, las reales cédulas que estipulaban la opción de la enseñanza voluntaria de la lengua castellana a los indios seguían vigentes.
Konetskeen su libro “América Latina II: la época colonial” dice:
“Desde los primeros tiempos de evangelización se instituyeron en el nuevo mundo escuelas y universidades similares a las que existían en España y acordes con el sistema educativo imperante entonces en Europa. También los Indios debían recibir instrucción escolar”[1]

¿Por qué se crea esta leyenda?

Fue un esfuerzo de la Revolución Francesa, la cual logró estructurar un plan sistemático de extirpación de los dialectos y lenguas locales, consideradas incompatibles con la unidad estatal y la uniformidad administrativa.

Fueron pues los representantes de las nuevas repúblicas – en su mayoría masones- los que en América se dedicaron a la lucha sistemática contra la lengua del indio. Aquellos que no hablaban el castellano quedaron fuera de cualquier relación civil. En las escuelas y en el ejército se impuso la lengua castellana.

Vicente Sierra en su libro “El sentido misional de la conquista de América” señala que “después de la expulsión de los jesuitas nadie se ocupó de los indios, sino para poder exterminarlos o dominarlos en servicio de la civilización”[1]. En efecto, queda de manifiesto y como bien señala el autor más adelante, estos hombres de “cuadernito” no entendieron que a los indios no se les llegaba con simple pedagogía, sino con amor y fe, virtudes propias de los seguidores de Cristo que dejaron la vida tranquila en su patria y se internaron en la selva para llevar la salvación a quienes no la conocían, tal  como lo hicieron los apóstoles después de la resurrección de Cristo y la venida del Espíritu Santo.

¿Cómo se puede imponer un idioma si los maestros no conocen la lengua del natural para enseñarle? Se ve que esto no lo tuvo en cuenta Sarmiento cuando en su presidencia (1868-1874) quiso “educar al soberano” trayendo maestros desde EEUU.
                                   
Conclusión

Hemos hecho un breve recorrido por el descubrimiento de América (1492) y la época de los Austrias buscando indicios sobre pruebas que revelen la veracidad de esta acusación.

Se ha demostrado por medio de los autores citados, la labor que la Madre Patria y la Iglesia Católica llevaron a cabo, procurando siempre la salvación espiritual y el buen trato hacia el indio.

La leyenda negra que se le imputa a España sobre el famoso “corte de lenguas” o la imposición del castellano por sobre la del natural queda refutada y desmentida tanto por los decretos ordenados por la corona de Castilla, como así también por la ardua labor de los misioneros (jesuitas, franciscanos, salesianos) y otras congregaciones que no solo aprendieron el lenguaje del indio, sino que incluso dieron forma escrita, cuyo conocimiento era indispensable para todo aquel que fuese ordenado sacerdote y fuese enviado a América.

Hemos señalado también a los verdaderos causantes de la extirpación de dialectos y lenguas locales. Nos referimos a los ilustrados de la Revolución Francesa. Serán estos filósofos de “cuadernito” quienes hipócritamente  culpen a España y a la Iglesia Católica de los hechos que ellos mismos organizaron mediante un plan sistematizado.

¿Se cometieron abusos? Ciertamente, aunque fue minoría, pero no por esa  minoría debe obviarse a todos aquellos que vinieron por vocación, dejando de lado su seguridad y afectos en el continente Europeo  
 

                                                                                                        Prof: Sergio D'Onofrio

Bibliografía Consultada

Konetskeen “América Latina II: la época colonial”. 

Vicente SierraEl sentido misional de la conquista de América

Messori “Las Verdades Robadas”


Cayetano Bruno “Acción Benéfica de España en las Indias”




[1] Vicente Sierra en su libro “El sentido misional de la conquista de América”,  Edición Orientación española, p.96,  1942




[1] Konetskeen su libro “América Latina II: la época colonial”




[1] Messori “Las Verdades robadas” pág. 37

[2] Messori “Las Verdades Robadas” pág. 38
[3] Messori “Las Verdades Robadas” pág. 39
[4] Cayetano Bruno “Acción Benéfica de España en las Indias” , Edición Didascalia,  1992, p.99.        

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